En Siempre hay tiempo para reír, comedia dramática escrita y dirigida por Judd Apatow (Ligeramente embarazada), el comediante y actor exitoso, pero solitario, George Simmons se entera de que tiene un tipo raro de leucemia para el cual solo existe un tratamiento experimental y dado que estos medicamentos solo son efectivos en el ocho por ciento de los pacientes, asume que pronto morirá. Decide improvisar un programa oscuro con alusiones a su muerte inminente creando en el escenario un estado de ánimo deprimente y conociendo al fracasado comediante Ira Wright, quien tiene que aparecer inmediatamente después de él y reacciona al mal humor burlándose de George, que lo motiva para contratarlo como escritor de chistes y asistente personal. Así, ambos comienzan a compartir sus vidas profesionales y personales, esperando el momento fatal sobre si el medicamento está o no funcionando.
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