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Una caótica y fallida obsesión por sorprender
por Nancy PonceEl multipremiado ganador del Oscar David O. Russell advirtió a la crítica y al público sobre el estreno de su esplendorosa obra, Amsterdam. ¿Cómo lo hizo? Con la reunión de un elenco de primer nival como Christian Bale, Margot Robbie, Anya Taylor-Joy, Rami Malek, Robert De Niro y una breve aparición de Taylor Swift, entre otras celebridades que se suman a su obra más ambiciosa a la fecha. Supondríamos que esto es suficiente para corroborar lo antes dicho. Lamentablemente, su fracaso en taquilla echó a perder el desfile de celebridades y la creencia de ser una de las grandes promesas del año.
La historia se sitúa en la década de los 30, durante el periodo de la Primera Guerra Mundial. Conocemos al extravagante médico Burt Berendsen (Bale), quien junto a su compañero de guerra Harold (John David Washington) se verán envueltos en un crimen que revelará uno de los momentos más oscuros de la historia de Estados Unidos, un asesinato. Una historia basada en la vida real sostenida por la gran actuación del también protagonista de Psicópata americano, El maquinista, El caballero de la noche, cuya extravagancia del personaje resulta ser el hilo conductor de una película que fácilmente pasa de un género a otro.
Burt (Bale) y Harold (Washington) hacen un desastroso recorrido por su presente y pasado narrando su encontro con Valerie (Margot Robbie), una enigmática y rebelde enfermera que les ayudará a dar con el perpetrador del misterioso homicidio. El trío logra una gran química; sin embargo, la cinta pasa del suspenso, al drama y a una comedia que pareciera imitar el humor de Adam McKay o el ritmo acelerado de la obra de del director Wes Anderson. De los puntos favorables de O. Russell es el correcto uso de la paleta de colores para retroceder en el tiempo y narrar el presente, usando tonos glamurosos en los flashbacks de los personajes, fríos durante el transcurso original de la trama.
Desde el segundo acto, el guión pasa de ser entretenido a ser un completo desastre por no responder los objetivos finales de cada uno de los personajes. El crímen pasa a segundo plano y las relaciones personales se convierten en prioridad. Dicho esto, la presencia de tantos personajes refuta esta tremenda falla en la narrativa. Por un lado están los deseos personales de Burt y por otro, la complicada relación entre Harold y Valeria, quien además está lidiando con una garrafal enfermedad. Asímismo la revelación de los culpables se vuelve predecible y un tanto absurda, ya que el enfrentamiento es resuelto con un exacerbante discurso de amor hacia la bandera de los Estados Unidos y un enfrentamiento armado entre protagonistas y antagonistas (antinacionalistas). Una vez más, si empezamos creyendo que Amsterdam es un largometraje de suspenso, nos decepcional entender que hay un mensaje implícito que nos sugiere que el amor puede salvar al mundo. Un cliché más del patriotismo gringo.
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De esta manera, Amsterdam pretende ser muchas cosas: film noir, comedia romántica y hasta un falso documental con fines políticos que jamás son clarificados por un guion lleno de agujeros y contradicciones constantes. Aún con el buen trabajo de grandes figuras del entretenimiento, Russell no consigue conmover. Quizá uno de los puntos más sólidos es el trabajo de fotografía a cargo de Emmanuel Lubezki, el mexicano que ha triunfado en Hollywood con Birdman, Gravedad y El renacido, aportando encuadres que le añaden a la historia toques de fantasía, ternura y un poco de misterio. Sin duda, la película parece un capricho del director de Escándalo Americano y Joy: el nombre del éxito, que no llega a ninguna parte. Su obsesión caótica nunca te sorprende para bien, sólo te deja con muchas preguntas.
