Las flores de la noche es una divertida oda a la libertad y a la juventud, que sorprende por el cariño que puede existir en una amistad creada a partir del deseo irreprimible y el desafío a las categorías que encasillan a los cuerpos, cuerpos que resisten, se adornan, se sienten bien y se disfrutan más allá de la censura. En Mezcala de la Asunción, cerca del Lago de Chapala, en Jalisco, tres amigas desafían la heteronormatividad impuesta sobre sus cuerpos. Dulce Gardenia, Violeta Nicole y Alexa Moreno son las reinas del lugar, sin importar que en su comunidad, ser una mujer trans resulte un escándalo. Además de acompañar a las tres protagonistas en la convivencia entre ellas, con su familia y en las fiestas del pueblo, Las flores de la noche retrata también a Uriel, otro joven queer del mismo lugar, cuya confianza ha sido mermada por el conservadurismo de la religión. En el entretejido de estas historias, comprendemos los retos de la aceptación de la identidad de género y de la preferencia sexual, acentuados en este caso por un estilo de vida tradicional.