Park Chan-wook, de la venganza al romance elegante
por Luis Fernando GalvánDesde un vengador desesperado que empuña un martillo hasta un policía enamorado sin arma
en mano; desde la violencia más extrema hasta el anhelo más nostálgico; desde Oldboy: cincodías para vengarse hasta La decisión de partir. Así es el trayecto de Park Chan-wook desde
la transgresora película que lo catapultó en Occidente hasta las sutilezas estilísticas que
plasma en su más reciente obra con la que obtuvo el premio a Mejor dirección en el Festival
de Cannes 2022.
Luego de su maravillosa trilogía de venganza (que también incluye Simpatía por Sr. Venganza y Simpatía por Sra. Venganza) y los Lazos perversos que tejió entre Nicole Kidman y MiaWasikowska, el autor surcoreano parece no tener más sed de sangre, prefiriendo
dedicarse a un cine menos vehemente pero no menos impactante. En este sentido
siempre es rescatable presenciar el cambio de un gran director, la capacidad de mutar sin
distorsionar la poética cinematográfica y sin traicionar sus ideales estéticos.
En su nueva película, un thriller sentimental, refinado y que aborda las relaciones humanas en
toda su complejidad, Park Chan-wook navega sobre las olas del amor inquieto, precisamente
porque La decisión de partir es una película impredecible y desorientadora que invita al
espectador a seguir su curso para disfrutar de un hermoso viaje hacia el misterio que
son los sentimientos.
La decisión de partir es la historia de una continua caída: física, emocional y mental.
Todo comienza con el hallazgo de un cuerpo: un hombre estaba escalando una montaña y
luego se estrelló contra el suelo. ¿Tragedia? ¿Suicidio? ¿Homicidio? El detective Hae-joon
(Park Hae-il Jang) investiga el misterio, un hombre afable y entregado a su trabajo a pesar de
vivir en la ciudad de los casos sin resolver. Para hacer el caso aún más misterioso está Seo-rea
(Tang Wei), esposa del difunto, cuyo encanto interrumpe gradualmente la vida de Hae-joon.
Park Chan-wook nos sumerge en un océano turbulento, cuyas mareas y olas inestables
llevan de un estado emocional a otro a los personajes, mientras los espectadores hacen
su mejor intento por armar las piezas y resolver el caso. Estamos frente a un relato que
comienza con nerviosismo, luego se queda en silencio y luego sacude intensamente a sus
personajes, ambos indescifrables hasta la espléndida media hora final en la que el enigma se
resuelve en un epílogo poético y un desenlace desgarrador.
El también director de La doncella decide ponernos a prueba, sin seguir un cine canónico,
pero con sutiles guiños al cine clásico de Hollywood como Breve encuentro de David Lean
o trazando de maner delicada la atracción de los protagonistas, oscilando del voyeurismo de
Vértigo de Alfred Hitchcock hasta el romance elegante e imposible de Deseando amar de WongKar-wai.
Park Chan-wook prefiere vacilar entre géneros y registros, comenzando con una historia
de detectives, luego tocando el noir introspectivo y finalmente desembocando incluso en
el thriller sentimental. Esta película nos pide paciencia y confianza. La decisión de partir es
como caminar en la niebla; al principio no está claro adónde vas, en qué lugar te mueves, pero
en cuanto todo se va aclarando el panorama que encuentras ante tus ojos es realmente
espléndido.
Es una película que nos pide dejarnos guiar, incluso sin las certezas de una brújula, por un
director que utiliza el hallazgo de un cuerpo putrefacto que es devorado por las hormigas como
pretexto para indagar en el corazón y la mente, en la construcción de las relaciones humanas,
incluyendo las amorosas, a partir del sentimiento y la razón.
La dirección de Park Chan-wook es elegante, por momentos conmovedora. No hay secuencia
dejada al azar, no hay encuadre que no tenga la voluntad de abrazar a los dos protagonistas
(muchas veces deliberadamente juntos en el encuadre), no hay paisaje natural o lugar urbano
que no tenga algo que decir o sugerir a nivel narrativo y simbólico.
Nunca gritado, siempre en voz baja, es cine que confía en el público sin imponer un punto de vista. Park Chan-wook demuestra que sin la visceralidad de la venganza es capaz de entrar en las almas de dos
personajes que lentamente se diluyen como las gotas del mar en las rocas, pero logrando dejar una huella imborrable.