Un road trip fantástico para descubrir que nuestro destino no es oscuro
por Jorge SantamaríaLas experiencias nos permiten comprender que un viaje por carretera puede cambiar tu destino y perspectiva de la vida, como el director Makoto Shinkai lo hizo a través de su nueva película Suzume, ya disponible en cartelera de Cinemex y Cinépolis. Una premisa que descansa en los estragos del desastre natural con colaterales en el corazón del ser humano, su pasado, presente y futuro. Si no salen del cine conmovidos, nada más lo hará.
El filme nos presenta a Suzume, una joven colegiala que se cruza en el camino de Souta, un misterioso tipo que emprende camino a la montaña en busca de una de las dos puertas que resguardan al gusano del desastre, una vez que Suzume lo alcanza por sentir que su alma gemela se cruzó en su camino inician un camino para salvar a la tierra de la destrucción y curar sus heridas internas por medio de un viaje por todo Japón. El director de Your Name lo hizo de nuevo.
Esta película tuvo un origen interesante: el terremoto y tsunami de 2011. A partir de ese incidente, el cineasta creó una historia con doble valor, que la despega totalmente de sus antecesoras apoyándose de las criaturas mitológicas y fantásticas, como lo suele hacer el sensei Hayao Miyazaki en toda su filmografía. La trama principal se dedica a explorar la sororidad del ser humano ante los desastres naturales, siendo mexicano sueles identificarte de inmediato con sólo recordar 1985 y 2017.
Shinkai, en una trabajo de sentir gratitud y honrar al ser humano que suele destruir el propio planeta, trabaja con la esperanza como conductor principal vertiente y nos hace parte de la heroica travesía de Suzume y Souta por todo Japón con la finalidad de estirar la bondad del hombre a niveles solidarios. Se vale de la mitología, fantasía y metáfora para hacer del planeta tierra un tercer protagonista o antagonista en su filme.
Permitiendo el ingreso de los recursos imaginarios, cosa que no había explotado al cien por ciento en su filmografía pasada. El gato que habla nos recuerda un poco a Jiji de Nicky, la aprendiz de bruja, sólo con elementos más fuera de lo normal para despegarse de cualquier relación directa o copia de la obra de Studio Ghibli. A nivel mitología local, el realizador usó la figura felina para explorar el concepto del baneneko tanto en Daijin, uno de los dioses protectores de las puertas del desastre, como en el otro pilar que resguarda la otra entrada.
El baneneko es un gato de larga cola relacionado a la resurrección de los muertos, desarrollando poderes mágicos, los mismos que vemos en acción por medio de este par de criaturas de Makoto Shinkai. Vemos dibujado el ciclo de la vida de forma sublime al coexistir cada concepto en diferentes personajes del largometraje, el anhelo de vivir de Souta, la esperanza de Suzume, la lucha por la crianza de la tía de Suzume; mientras que Daijin ve la muerte como un proceso natural y el destino de una raza que se ha encargado de asesinar su propio ecosistema.
Sin embargo, el símbolo más positivo es la silla de tres patas en la que Daijin convierte a Souta. Dejando de lado el aspecto íntimo que implica para Suzume y la forma de atarse a un duelo, el de su madre muerta, que le impide ver más allá de su presente, Makoto nos manda un certero mensaje sobre la capacidad de alcanzar cualquier límite sin importar las limitaciones. Ya lo vivió la humanidad al unirse para reconstruir ciudades azotadas por sismos, pandemias o guerras.
Animación y música agrandan la experiencia
Para lograr la conexión entre público y personajes, la animación y la música se encargan de estrechar lazos. Comix Wave Films, como Mappa (Jujutsu Kaisen, Attack on Titan), hacen lo propio con una técnica de animación donde el 2D converge con el movimiento generado por CGI que jamás interfiere con el concepto de anime japonés, un género que se ha visto deteriorado a nivel conceptual por el abuso de la tecnología y el rechazo de los fans fieles al trazo realizado por artesanos del lápiz.
Otro de los aciertos del cineasta es la música, sin la banda sonora y lo original no existiría algún sello propio, y él lo logra por medio de la alianza fiel a la sentimental música del grupo Radwimps. ¿Recuerdan la insuperable "Sparkle", de Your Name, cuya rola debe estar incluida sí o sí en el live-action del mexicano Carlos López Estrada? Vuelven para hacer todo el score de la película y llevarnos al límite de la nostalgia visceral con un nuevo tema, "Tears of Suzume".
Road trip como terapia de sanación
La coexistencia de este par de aspectos es primordial para Suzume en el sentido de desarrollar y conducir el conflicto a su resolución por medio del road trip, un concepto literario que autores como Haruki Murakami (Drive My Car), Jack Kerouac (En el camino) y Jon Krakauer (Into the Wild) han expuesto en grandes novelas adaptadas al cine, algunas de la mejor manera, otras, no tanto.
Aplicar este género literario y cinematográfico es para Shinkai la forma romántica de iniciar una terapia de sanación para una adolescente en constante cuestionamiento de su destino a raíz de la pérdida de su mamá, un suceso que generó un severo trastorno psicológico por ser víctima a muy temprana edad, cuando era sólo una niña pequeña, teniendo que aprender que la vida desemboca en la muerte cuando ella apenas estaba floreciendo.
El trayecto en bicicleta, tren y convertible para recorrer todo Japón con destino a la casa donde creció y perdió a su madre pasa por etapas de aceptación y culpa que involucran a todos a su alrededor, convirtiéndose en un proceso catártico bastante duro para Suzume y muy bien sonorizado con tracks que rayan en la nostalgia, el duelo, la felicidad y la esperanza por medio de la ejecución ecléctica del grupo y el uso de otras canciones del Japón clásico.
Con la obsesión de Suzume por hacer entender a su niña interior que el futuro será duro pero esperanzador, el director nos abre un halo a todas las almas que vagamos por el mundo culpando al pasado por nuestra actualidad, cuando realmente somos nosotros los que tenemos el poder de transformar nuestra realidad y ver que, pese a que el mundo es un desastre por nuestras acciones, nos permite disfrutar de una vida plena siempre y cuando nuestras limitantes se conviertan en nuestras fortalezas.
Así, Suzume y Souta encuentran que sus caminos se han cruzado para ayudarse mutuamente a encontrar su objetivo en esta vida, lo mismo que Makoto con este filme que pareciera cerrar el ciclo del impacto que le generó el sismo del 2011. Una animación que demuestra, como Guillermo del Toro lo dijo, a la animación como un género capaz de sensibilizar de la misma forma que en la acción real.
Quizá su único talón de Aquiles puede ser que no es realmente una película para cualquier niño, sino más para gente capaz de conmoverse a través de la introspección hecha por cada uno de los personajes. Sin embargo, es una obra que puede tener resonancia en esos pequeños una vez que descubran el mundo como un universo al cual debes adoptar en su naturaleza cruda antes de ser devorado por los gusanos que lo corrompen.