Además pertenece al soundtrack de un clásico del Western que puedes disfrutar en Apple TV +.
Ennio Morricone, el legendario compositor italiano nacido en Roma en 1928, construyó una de las carreras más influyentes en la música cinematográfica del siglo XX, tras destacarse desde joven en el Conservatorio de Santa Cecilia, por su capacidad para combinar técnicas orquestales tradicionales con recursos experimentales del sonido. Su versatilidad lo llevó a trabajar en cine, televisión y música popular, consolidándose como un referente internacional mucho antes de su consagración en Hollywood.
A mediados de la década de 1960, ya había colaborado con varios directores italianos cuando Sergio Leone lo invitó a participar en su trilogía del spaghetti western, aprovechando que ambos se conocían desde la infancia y el ascenso del género era una oportunidad imposible de negar. Por lo que tras el éxito de Por un puñado de dólares y Por unos dólares más, Leone volvió a llamarlo para musicalizar un proyecto que buscaba elevar el nivel artístico del western europeo.
Una melodía que puedes reconocer en cualquier parte
Morricone aceptó el desafío creando una banda sonora que acompañó a un western estilizado, complejo y ambicioso, con un sonido distintivo que rompía con los modelos tradicionales del cine estadounidense. Su intención era dar identidad musical a cada personaje y, al mismo tiempo, crear un motivo central que unificara la película sin recurrir a una gran orquesta convencional.
La pieza principal surgió a partir de un motivo de dos notas que imitan un aullido, siendo este un recurso que Morricone desarrolló utilizando voces humanas, guitarras eléctricas, silbidos y percusiones poco habituales en la época, grabando la pieza antes del rodaje dándole tiempo a Leone de ajustara el ritmo y el tono de varias escenas en un tema que funcionó tanto como acompañamiento como elemento distintivo del filme.
La mejor banda sonora de la historia
Durante el proceso de producción, la música se convirtió en una herramienta central en la construcción del estilo visual de Leone, facilitando la unión entre imagen y sonido para que la película adquiriera una identidad propia dentro del género, siendo precisamente la melodía final -repetida en momentos clave- lo que ayudó a intensificar la tensión dramática y definió el ritmo de secuencias que más tarde serían consideradas emblemáticas.
Con el paso del tiempo, la composición de Morricone para El bueno, el malo y el feo se consolidó como la melodía más famosa del cine, siendo reconocida de inmediato y siendo central en la historia de la música cinematográfica a casi sesenta años de su creación.