Si buscas un romance prohibido y elegante, déjate seducir por esta obra maestra visual, para vivir una historia de amor en los años 50 que derrite la nieve con solo una mirada
Sergio Negrete
-Redactor
Mi infancia estuvo repleta de películas de Disney en VHS. Bien podría ser un personaje de 'El diario de Bridget Jones', 'Fleabag' o 'Parks and Recreation'

Si buscas un amor único y profundamente emocional, esta película es una elección perfecta. No promete fuegos artificiales, pero sí algo mucho más duradero: una emoción tan fuerte que hace que se derrita la nieve sin decir una sola palabra.

El cine romántico nos ha acostumbrado a cierto tipo de historias de amor. Ahí están los clásicos inevitables como Titanic, donde el amor desafía al destino y a las normas sociales de la época. Otros disfrutan de Diario de una pasión, con su promesa eterna bajo la lluvia y de amor para toda la vida. O 500 días con ella, que nos recordó que no todos los relatos románticos tienen final feliz.

Luego están aquellas historias que se desarrollan con un aire más íntimo e invernal. Relatos que ocurren entre abrigos largos, luces suaves y calles frías, donde la Navidad aparece como telón de fondo emocional. No siempre hay villancicos ni árboles gigantes, pero sí una atmósfera que invita a bajar el ritmo, a mirar más y decir menos. Y justo ahí, en este tipo de cintas, el amor suele sentirse distinto.

Un encuentro que lo cambia todo

Una de esas película es Carol, una historia ambientada en los años 50 que entiende el romance como algo delicado, prohibido y profundamente humano. Todo comienza con Therese, una joven que trabaja temporalmente en una juguetería de Manhattan. Tiene un novio, Richard, que parece perfecto en el papel, pero con quien no logra conectar realmente. Su verdadero sueño es convertirse en fotógrafa, aunque aún no termina de encontrarse a sí misma.

En medio de una jornada larga y monótona, Therese conoce a Carol Aird, una mujer elegante, segura y perteneciente a la alta sociedad. Carol está casada, pero su matrimonio atraviesa un momento complicado. Ella vive bajo la sombra de su esposo y carga con una soledad que se percibe incluso cuando sonríe. El encuentro entre ambas es breve, casual pero imposible de olvidar.

Una postal, un gesto, una chispa

Carol deja su dirección para que le envíen sus compras. Y ahí ocurre algo aparentemente pequeño, pero decisivo. Guiada por un impulso que ni ella misma entiende del todo, Therese le envía una postal navideña. No hay intenciones claras, solo una necesidad extraña de mantener ese hilo invisible entre ambas.

Carol responde. Y no solo eso: la invita a verse. En ese intercambio sencillo comienza a gestarse algo más profundo. La atracción es evidente, pero también desconcertante, especialmente para Therese, que no sabe cómo reaccionar ante lo que siente. Lo que empieza como curiosidad se transforma, poco a poco, en cariño, y luego en algo imposible de negar: está enamorada.

Amar cuando no se puede

Carol es la historia de dos mujeres que se atreven a mirar más allá de sus vidas infelices. Carol, atrapada en un matrimonio que se desmorona, y Therese, perdida entre expectativas ajenas y deseos propios, encuentran en la otra una posibilidad de libertad. Pero también un riesgo enorme.

En los años 50, amar así no era solo mal visto: era peligroso. Cada gesto debe medirse y cada encuentro, esconderse. Y aun así, ambas deciden avanzar. No por rebeldía, sino porque no hacerlo sería una forma distinta de perderse a sí mismas.

Más allá de su contexto histórico, Carol es una historia universal sobre atreverse a amar cuando hacerlo implica perder seguridad, comodidad y aceptación social. Es un relato sobre el miedo, pero también sobre el coraje silencioso de elegir lo que se siente verdadero.

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