El verano que casi revive esta franquicia
por Nath RodríguezEn una temporada donde la nostalgia es factor de éxito, Hollywood sigue apostando por revivir franquicias icónicas, y I Know What You Did Last Summer decidió no quedarse atrás. Este reboot o más bien secuela, dirigido por Jennifer Kaytin Robinson, llega con una intensión clara: modernizar un clásico que marcó a toda una generación sin perder la esencia del slasher juvenil. ¿El resultado? Una película visualmente atractiva, con ideas a desarrollar, pero que no termina de cuajar.
Para quienes crecimos viendo la original de 1997 y tarareando “Summer Breeze” con un poco de miedo, el regreso de Julie James y Ray Bronson —interpretados nuevamente por Jennifer Love Hewitt y Freddie Prinze Jr.— fue un golpe directo a muchas infancias y adolescencias. Pero, al igual que el resto de la película, sus apariciones están cuidadosamente medidas, más como un fanservice norstálgico que como parte real de la narrativa. Se agradece volver a verlos, claro, pero duele un poco que no tengan más peso. Muy al contrario de lo que vimos con Courteney Cox y David Arquette en el reciente regreso de Scream.
¿DE QUÉ TRATA ESTA PELÍCULA?
La historia arranca con un nuevo grupo de veinteañeros que, en plena despedida de soltera, atropellan accidentalmente a un desconocido. En lugar de llamar a las autoridades, optan por ocultar el cuerpo y seguir con sus vidas. Un año después, los secretos salen a la luz de la forma más slasher posible: con cartas anónimas, muertes sangrientas y una figura encapuchada que los acosa con un garfio (sí, la icónica arma del asesino original).
El nuevo elenco está compuesto por caras conocidas y promesas de la industria: Madelyn Cline (Outer Banks), Chase Sui Wonders (Bodies Bodies Bodies), Jonah Hauer-King (La Sirenita), Tyriq Withers, Sarah Pidgeon (The Wilds) y Spencer Neville. Todos cumpliendo con su rol en una clásica historia de slasher: la chica lista, el chico sensible, la rebelde, el gracioso; pero lamentablemente, la cinta no les da suficiente profundidad para que cada uno brille. Son buenas actuaciones, pero nunca icónicas, y en algunos momentos se sienten más como influencers interpretando a personajes que como personas reales lidiando con el trauma.
NO HAY SUFICIENTE RIESGO
Lo más fuerte del filme, sin duda, es lo visual. La fotografía corre a cargo de Autumn Durald Arkapaw, reconocida por su trabajo en Loki y Do Revenge. Gracias a ella, cada escena está cuidadosamente iluminada, cada persecución se siente cuidada y cada encuadre parece sacado de una campaña de moda. Pero, por más extraño que suene, esa estética tan cuidada termina jugando en contra del terror. En un género donde el miedo nace de lo inesperado, de lo sucio y lo visceral, esta nueva versión se ve demasiado limpia, demasiado contenida.
En cuanto al guion, también a cargo de Jennifer Kaytin Robinson junto a Sam Lansky, la película intenta hacer varia crítica social: como lídiar la culpa en la adultez, la cultura del silencio, el impacto de las redes sociales en la percepción del crimen. Pero al querer abarcar tanto, la narrativa se siente superficial. Hay momentos en los que parece que va a tomar una dirección audaz, pero justo cuando comienza a ponerse interesante… se contiene. Como si no quisiera incomodar demasiado a la audiencia.
Tampoco ayuda que las muertes, aunque visualmente llamativas, no sean particularmente impactantes. Hay una secuencia ambientada en una trampa de langostas que se roba la película, pero más allá de eso, las escenas de terror carecen de ese factor que define al buen slasher.
Ahora bien, no todo en esta historia es malo. La música, compuesta por Blake Neely, ambienta varias secuencias de manera correcta, y la edición mantiene el ritmo lo suficientemente ágil como para que la película nunca se sienta lenta. Además, la producción de Columbia Pictures y Sony Pictures se nota cuidada en cada detalle, desde las locaciones hasta el vestuario.
Pero al final del día, lo que más pesa es lo que no hace la película. No se arriesga. No profundiza. No grita. Y termina siendo un slasher que no grita… pues apenas susurra.
¿VALE LA PENA?
Como amante de este género, salí del cine con sentimientos encontrados. Pude divertirme, sí. Me emocioné al ver de nuevo a Julie en acción, claro. Pero también sentí que esta versión de I Know What You Did Last Summer se quedó en la superficie de todo lo que pudo haber sido. Es como si tuviera miedo de ser fea, incómoda o peligrosa. Y en un género donde la incomodidad es reina, eso lo pude ver.
Para una generación que consume horror entre memes y TikToks, puede ser más que suficiente. Para quienes crecimos con gritos más sucios y narrativas más viscerales, es un recordatorio de que el pasado a veces es mejor dejarlo donde estaba… o al menos, traerlo de regreso con un poco más de audacia.