Críticas
2,5
Regular
Traición

Viaje emocional que se queda corto de sentimientos

por Claudia Llaca

A principios de los 90, Félix (Juan Manuel Bernal) va de pueblo en pueblo con su cine ambulante. En cada árido poblado, repite lo mismo cada mañana y espera que por la tarde la gente se reúna frente a la pantalla en el atrio de la iglesia. Su vida es solitaria y monótona, pero Félix soporta todo porque tiene un sueño: llegar algún día a San Francisco, para ver los puentes levadizos, que en un milagro tecnológico, se quiebran por la mitad y se elevan para dejar pasar los barcos.

En uno de tantos pueblos, Félix llega a una cantina después de la función. Ahí conocerá a las famosas Sirenas del desierto… y a Guadalupe (Sofía Sylwin), la sensación del ‘antro’ al que acuden mineros, campesinos y, como muy pronto descubre, narcos. Una mañana, Félix ve caer una avioneta y junto con ella, decenas de paquetes de cocaína. ‘El cineasta’ -como lo apodan en la región- termina convertido en uno de los capos del sur del país, con una hija a cuestas: Misela (Diana Ávalos), y sabiendo que algún día, los dueños de la cocaína que se robó regresarán para hacerlo pagar con su vida.

El director, Ignacio Ortiz Cruz, utiliza el recurso de contarnos en paralelo al pasado y el presente de la historia de Félix y Misela. Así, nos muestra también su reencuentro, tras varios años de separación, en el mismo pueblo de la sierra en donde se originó su historia, para emprender un viaje al interior de su relación, que desenterrará secretos, confrontará verdades y los pondrá a prueba, porque uno de los dos tendrá que traicionar al otro para sobrevivir. Traición, es una película intimista que busca mostrarnos la paradoja de las relaciones humanas que muchas veces oscilan entre al amor y el odio, la admiración y el resentimiento.

Un pueblo dormido, un paisaje árido y rocoso, cielos azules de nubes aborregadas, sirven de marco para que nada nos distraiga de lo que esperaríamos fuera un duelo de palabras y emociones. Pero desafortunadamente, es justo en los sentimientos en lo que Traición, nos queda a deber.

Aunque dando muestras de la madurez que ha alcanzado como actor, Juan Manuel Bernal alcanza a  sacarle ‘jugo’ a su personaje, no pasa lo mismo con el resto del elenco. Los personajes se perciben demasiado contenidos emocionalmente, con reacciones poco intensas que no corresponden a la magnitud de lo que están viviendo.

A pesar de sus buenos valores de producción, de una premisa atractiva y de Ortiz Cruz en la silla del director, Traición queda un tanto plana al no hacernos ir a lo más profundo de las motivaciones de los personajes. Ante la falta de situaciones que nos muevan por dentro, no logramos identificarnos plenamente con el viaje emocional, haciendo que un desenlace que tendría que habernos sacudido, nos deje casi indiferentes.