Críticas
3,0
Entretenida
Olimpia

Destaca la animación pero pudo aportar aún más

por Carlos Gómez Iniesta

Olimpia de José Manuel Craviotto (Mexican gangster: La leyenda del charro misterioso) fue uno de varios proyectos impulsados para recordar los 50 años de la matanza de Tlatelolco, cumplidos en 2018. En coproducción con la UNAM, desde agosto de 2017 se comenzó a trabajar en esta cinta para llegar a dos funciones de alto valor simbólico programadas para el siguiente octubre: una en Tlatelolco y otra en la Filmoteca. La cinta tambíen estuvo lista para competir en el Festival Internacional de Cine Morelia en donde no ganó premio alguno, pero hizo historia al convertirse en el primer largometraje animado que se presentaba en la selección oficial de ficción mexicana. 

La notoriedad de Olimpia proviene esencialmente de su trabajo de rotoscopía, es decir, que se pintó sobre cada uno de los fotogramas que se filmaron previamente. Esto facilitó ambientar la película sin tener que reconstruir las calles del Distrito Federal. También para mostrar una estética que poco habíamos visto en el cine nacional (es el primer largo mexicano en hacerlo). Pensemos en la desafiante Despertando a la vida de Richard Linklater que la utiliza para crear estados anímicos y viajes oníricos que realmente impactan en el avance de la historia. Si esta herramienta da posiblidades infinitas, hubiera valido la pena arriesgarse más, que estas creaciones también impactaran en la narrativa, y no sólo confiar en colorear las imágenes icónicias de la época, que además son imágenes que tenemos bien grabadas en el inconsciente colectivo. Aquí había una gran oportunidad visual que deja la sensación de no haber explotado del todo.

Si nos enfocamos en la historia, Olimpia hace una pequeña contribución a lo que otras ficciones del tema han hecho. Aquí, reaparecen los personajes comunes: la joven con tendencias artísticas que se relaciona con el líder estudiantil perseguido como lo vimos en Tlatelolco Verano del 68; el padre influyente que busca evitar que su hijo se involucre en el movimiento, como en Rojo amanecer (que sigue siendo la mejor ficción sobre estos hechos); el chavo que navega entre el espionaje y la militancia, como en la serie Un extraño enemigo; las mamás que sufren por los hijos, como aparecen en todas las anteriores. En este sentido, la verdadera aportación de Olimpia es mostrarste como el detrás de cámaras de El grito de Leobardo López, uno de los documentos filmográficos más importantes de este periodo. Se aprecia que todo gire alrededor de los hechos que ahí se retratan, pero llega un momento en que el célebre documental se convierte en una ferrea columna vertebral del guión que parece delimitar las posiblidades del relato.

Y es que nos exponen, otra vez, a los momentos y personajes legendarios previos a los hechos de la Plaza de las Tres Culturas: Se centra principalmente en la toma de la UNAM por parte del batallón que le da título a la cinta; aparece la estudiante encerrada en el baño de la escuela; la entrevista con el profesor Heberto Castillo tras su intento de secuestro; las bengalas que inician la masacre. Si la intensión era hacer un docudrama, entonces sí se puede justificar una narrativa poco clara al combinar la ficción con la realidad. ¿La cinta comienza con el final o es una historia lineal? Si es lo primero, ¿es la misma Raquel Vidal (Nicolasa Ortíz Monasterio) la que está contando la historia después de lo sucedido –incluso después de las Olimpiadas– desde la comodidad de su cama en un día soleado? Si es lo segundo, ¿por qué el primer diálogo de la cinta dice: "Faltan un par de meses para comenzar la Olimpiadas que se llevarán a cabo en México..." mientras se ilustra con las fotografías más icónicas de México 68 que, obviamente, aún no sucede? ¿O sólo es una libertad creativa producto de caer en la tentación de intervenir el invaluable archivo histórico proporcionado por la revista Proceso, la UNAM y otras instituciones? 

De todas maneras, es interesante exponerse a este recuento y, sí también, observar su inusual manufactura. Debemos agregar en la lista de aportaciones el trabajo de los jóvenes actores aquí impulsados: Nicolasa Ortíz MonasterioDaniel MandokiLuis Curiel Juan Pablo de SantiagoValentina Buzzurro son el corazón de la película en oposición al uso de tantas imágenes documentales. Celebremos entonces que su estreno comercial no se haya pospuesto más y que simbólicamente aparezca en cartelera entre los aniversarios de lo sucedido en Ayotzinapa y Tlatelolco. Y es que el valor de Olimpia también está en recordar a los jovenes. Subrayar lo grande que puede ser su aportación en momentos tan difíciles, como lo fue el de un joven Leobardo López y su equipo... "Un fuego que comienza a arder y que debemos de cuidar que nunca se extinga", diría la protagonista.