Hablar de Clint Eastwood es hablar de vaqueros, pistolas y duelos bajo el sol. Su nombre está inevitablemente ligado al western. Basta recordar clásicos como El bueno, el malo y el feo, Por un puñado de dólares o la aclamada Los imperdonables, con la que ganó el Oscar como director y confirmó su lugar en la historia del cine. Para muchos, él es el rostro del género: el hombre solitario, de mirada dura y pocas palabras, que se convirtió en ícono cultural.
Con semejante legado, cualquiera pensaría que si le preguntaran cuál es su película favorita, Eastwood elegiría un western. Tal vez un trabajo de Sergio Leone, John Wayne cabalgando en el desierto o incluso alguna de sus propias cintas. Sin embargo, la respuesta del actor y director rompe por completo con las expectativas de cualquier fanático.
El cine que marcó a Eastwood
La película que Clint Eastwood admira por encima de todas no tiene revolvers ni caballos. En realidad, es un drama íntimo, poético y profundamente humano dirigido por uno de los grandes maestros del cine clásico. Su título es ¡Qué verde era mi valle!, obra de John Ford que llegó a los cines en 1941.
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Eastwood siempre ha reconocido que John Ford fue una de sus grandes influencias. El director irlandés-estadounidense, famoso por sus westerns épicos, también tenía un lado más sensible. ¡Qué verde era mi valle! es prueba de ello: una historia ambientada en una comunidad minera de Gales que retrata con emoción la vida familiar, los sacrificios de la clase trabajadora y los cambios de un mundo en transformación.
La cinta cuenta la historia de Huw, un niño que crece en un pueblo minero de Gales y que, a través de su mirada, vemos las alegrías y tragedias de su familia. Con un tono melancólico, Ford retrató cómo el progreso industrial y los conflictos sociales impactan en las tradiciones y en la vida de la gente común. Es un drama lleno de sensibilidad que todavía hoy emociona.
Una obra maestra que venció a 'Ciudadano Kane'
El detalle curioso es que ¡Qué verde era mi valle! no solo marcó a Eastwood, también tiene un lugar especial en la historia del cine. En los Oscar de 1942 se llevó cinco estatuillas, incluyendo Mejor Película y Mejor Director, venciendo nada menos que a Ciudadano Kane de Orson Welles, considerada por muchos la mejor película de todos los tiempos.
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Lo cierto es que, para un joven Eastwood, ver aquella película fue toda una revelación. En entrevistas, ha mencionado que la fuerza emocional de la cinta lo impactó de una forma distinta a los westerns que más tarde lo harían famoso. No se trataba de duelos ni de épicas batallas, sino de personajes reales enfrentando la dureza de la vida cotidiana.