En Hollywood hay carreras que brillan como pocas y se convierten en leyenda. Actores como Al Pacino, Leonardo DiCaprio, Julia Roberts y Meryl Streep son sólo algunas de las estrellas que han pisado cientos escenarios, además de haber dejado una huella imborrable en gran pantalla en cada papel que han interpretado. Lo cierto es que, incluso los más grandes no están exentos de equivocarse y, a veces, terminan participando en proyectos que parecían prometer mucho, pero resultaron ser un desastre total.
Ese fue el caso de un actor que marcó un antes y un después en la historia del teatro y el cine británico. Un intérprete con la capacidad de transformarse en cualquier personaje, que dominaba a Shakespeare como si hubiera llegado a la Tierra para recitar cada uno de sus versos. Sin embargo, en sus últimos años se vio envuelto en una producción que muchos consideran un fracaso monumental.
El ocaso de un gigante
Fue en 1982 que el gran Laurence Olivier aceptó un papel en la película bélica Inchon, considerada una de las peores cintas del género. La premisa era sencilla: recrear la Batalla de Inchon, un momento clave en la guerra de Corea. El papel de Olivier era nada menos que el del general Douglas MacArthur, una figura emblemática de la historia militar de Estados Unidos.
IMDb
Hasta aquí, todo sonaba prometedor, pero el problema empezó cuando se supo que gran parte del dinero provenía de la Iglesia de la Unificación, un grupo religioso encabezado por el controvertido reverendo Sun Myung Moon. La idea era usar la película como propaganda, pero el resultado fue muy distinto: diálogos torpes, escenas de acción poco convincentes y un guion que no lograba enganchar.
Olivier en el ojo del huracán
Para Olivier, la experiencia fue devastadora. En entrevistas posteriores, confesó que la motivación para el proyecto fue meramente económica. "La gente me pregunta por qué estoy en esta película. La respuesta es sencilla: inero, querido. Soy como un vino añejo. Hay que beberme rápido antes de que se agrie", dijo en su momento, añadiendo que se sentía exhausto y presentía que el final estaba cerca. Para ese entonces el actor ya enfrentaba problemas de salud que afectaban su energía, pero aún aceptó el papel.
IMDb
Laurence Olivier falleció siete años después, a los 82 años, en julio de 1987. Si bien la posteridad se ha encargado de colocar a este inolvidable actor en el firmamento, no es exactamente el caso de la película Inchon. Esta historia nunca se estrenó en video en Estados Unidos, volviéndose completamente invisible e imposible de ver.