Hollywood está lleno de conexiones ocultas. Algunas son obvias, Avengers: Endgame, Spider-Man: Sin camino a casa y los multiversos de Marvel, o las sagas de ciencia ficción que entrelazan décadas de historias. Pero hay otras, más pequeñas, que pasan desapercibidas y que cuando las descubres, cambian por completo la forma en la que recuerdas una película. Pequeños guiños, personajes repetidos o escenas que, sin buscarlo, crean universos compartidos entre cintas que jamás hubieras imaginado relacionadas.
Y lo curioso es que, a veces, esos vínculos no vienen de los protagonistas ni de los directores, sino de los detalles más simples: una frase, un gesto o incluso un camarero. Porque resulta que uno de los universos secretos más encantadores del cine romántico une nada menos que a Julia Roberts y Anne Hathaway, a través de dos películas que marcaron generaciones: Mujer bonita y El diario de la princesa.
Una coincidencia demasiado perfecta
En Mujer bonita, ese clásico de 1990 que convirtió a Julia Roberts en una superestrella, hay una escena que todo el mundo recuerda. Vivian (Roberts), en pleno proceso de transformación, asiste a una cena formal donde intenta comportarse con elegancia, hasta que llega el momento de comer caracoles.
Mientras lucha con uno en particular, el molusco rebelde se le escapa de las tenazas y sale volando por el aire. Por suerte, un camarero, interpretado por Allan Kent, lo atrapa al vuelo con total naturalidad. Con una sonrisa amable, le dice a Vivian: "Sucede todo el tiempo".
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En El diario de la princesa, dirigida también por Garry Marshall, la protagonista Mia Thermopolis asiste a su primera cena de gala real y, claro, todo sale mal. Prende fuego a la manga de su acompañante, rompe copas, tropieza y todo se vuelve un desastre adorable.
Y justo cuando crees que no puede ir peor, ocurre el guiño maestro: el mismo actor, Allan Kent, reaparece como camarero y, tras el caos, repite con serenidad la misma línea que dijo en Mujer bonita: "Sucede todo el tiempo".
El cameo que creó un universo romántico compartido
Lo que podría parecer una simple broma interna entre el director y el actor se convirtió en una especie de easter egg cinematográfico. En otras palabras, Garry Marshall unió a Mujer bonita y El diario de la princesa en un mismo universo, aunque sea de manera simbólica, a través de ese camarero que parece destinado a aparecer en los momentos más torpes y entrañables de las heroínas.
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¿Coincidencia? Difícil decirlo. Pero el detalle es tan encantador que muchos fans comenzaron a imaginar teorías: ¿y si el camarero es el mismo personaje, años después, trabajando en otro lujoso restaurante? ¿Y si, de alguna forma, Vivian y Mia pertenecen al mismo mundo cinematográfico lleno de mujeres que rompen las reglas de la alta sociedad?
Sea como sea, el guiño funciona como una especie de firma de Marshall, un pequeño toque de continuidad dentro de su universo de comedias románticas, donde los errores se convierten en momentos de ternura y las segundas oportunidades siempre llegan con una sonrisa.