Hay trilogías que se quedan grabadas en la memoria colectiva, y Volver al futuro es una de ellas. Desde su estreno en 1985, la historia del adolescente que viaja en el tiempo a bordo de un DeLorean modificado por un excéntrico científico se convirtió en un fenómeno cultural. Robert Zemeckis no sólo definió el cine de aventuras de los años 80, también lanzó a Michael J. Fox al y a Christopher Lloyd al estrellato mundial.
Marty McFly pasó a la historia como ese joven simpático, torpe y valiente que desafía las leyes del tiempo, lo convirtió en un ícono pop, y junto al inolvidable Doc Brown, formaron una de las duplas más queridas de la historia del cine. La trilogía producida por Steven Spielberg sigue siendo una de las más revisitadas y celebradas. Pero detrás de cámaras, no todo fue tan perfecto como en la pantalla.
Tensiones en el set
En su reciente autobiografía, Michael J. Fox recordó con cariño la experiencia de Volver al futuro, aunque también reveló algunos momentos complicados durante el rodaje. Uno de ellos involucró a Crispin Glover, el actor que interpretó a George McFly, el tímido y peculiar padre de Marty.
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Glover era un actor joven, talentoso y con una visión muy particular del arte. Su enfoque poco convencional, sin embargo, generó más de una tensión en el set. Fox contó con elegancia su experiencia, pero lo hizo sin disimular la verdad. "Nadie mete a Crispin en una caja", escribió en su libro. Pero lo que sorprendió aún más fueron sus declaraciones: "Su talento era innegable, aunque sus métodos a veces generaban tensiones".
Un talento… difícil de encajar
Crispin Glover siempre fue un actor distinto. Su interpretación de George McFly fue fundamental para el tono de la primera película. Pero su manera de trabajar desconcertaba tanto a sus compañeros como al equipo técnico.
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De acuerdo con Fox, Glover se tomaba el papel con mucha intensidad, cuestionando constantemente las motivaciones del personaje y pidiendo cambios en el guion o en la forma de rodar ciertas escenas. Aunque eso aportaba profundidad a su actuación, también alteraba el ritmo del rodaje y creaba momentos incómodos entre el elenco y los técnicos.
Zemeckis, conocido por su precisión y su control del set, intentaba canalizar esa energía sin fricciones, pero no siempre lo conseguía. Al final del día, Glover se mantenía fiel a su personaje y pese a todo, mantenía su compromiso artístico.
Un regreso imposible
Las diferencias entre Crispin Glover y los productores fueron tan notorias que el actor no volvió para las secuelas. En Volver al futuro II, su personaje aparece brevemente gracias a material de archivo y al uso de prótesis en otro actor para recrear su rostro, lo que derivó en un conflicto legal.
Glover demandó a los estudios Universal por usar su imagen sin consentimiento y ganó el caso, sentando un precedente histórico sobre los derechos de los intérpretes en Hollywood. Desde entonces, se ha mantenido como una figura de culto, conocida por sus papeles excéntricos en películas como Alicia en el país de las maravillas, y por su reputación de artista impredecible pero auténtico.