El siempre magnético Ewan McGregor se puso un turbante medio oriental e hizo de Jesús -y del diablo- en la travesía del mesías por el desierto. Aguantó tentaciones donde a veces se le aparecía una bella mujer desnuda que trataba de hacerlo pecar. El director de fotografía fue otro que podría actuar de Cristo si quisiera: nuestro renacido Emmanuel Lubezki.
La belleza física de estos hombres pudo ser un distractor para la trama bíblica al desatar pasiones heréticas