Con tono de sátira política, La dictadura perfecta del director Luis Estrada, cuestionó a los espectadores sobre si la televisión y los medios de comunicación eran capaces de imponer presidentes por medio de la manipulación informativa. En esta ficción, el gobernador Carmelo Vargas (Damián Alcázar) paga millones de pesos -provenientes del erario público- a la televisora más poderosa del país. Juntos, fabricarán noticias falsas que distraen la atención del público los desfalcos, asesinatos y corrupción cometidos por la clase política.
Algunos hechos tomados de la realidad mexicana reflejados en esta historia son: el caso de la niña Paulette, el Caso Florence Cassez y metidas de pata presidenciales como la declaración: "Estamos haciendo trabajos que ni los negros quieren hacer''.