Realizada bajo el gobierno de Lázaro Cárdenas, ¡Vámonos con Pancho Villa! (1936) es la tercera parte de una trilogía de Fernando de Fuentes que retrata el lado oscuro de la Revolución. Adaptada de la novela homónima de Rafael F. Muñoz, se le considera la primera (¿única?) superproducción mexicana ya que costó la exhorbitante cantidad de un millón de pesos, un presupuesto gigante para una película de la época, para la que incluso el gobierno prestó trenes y tropas.
El pecado cometido por ¡Vámonos con Pancho Villa! fue que desmitificó al Centáuro del Norte como el guerrillero justiciero de las clases oprimidas, y lo mostró por primera vez como un tipo cruel y desalmado al que no le importaban los sufrimientos de su tropa con tal de conseguir la siguiente victoria. A través de la cinta, De Fuentes nos lleva a reflexionar hacia el interior del movimiento armado con todo su dramatismo.
¡Vámonos con Pancho Villa! sí llegó a las salas de cine e incluso fue un rotundo fracaso de taquilla. La película cuenta la historia de Becerrillo y Tiburcio, dos campesinos que se suman a 'la bola' sin la menor convicción política. Al final de la cinta que se exhibió, Becerrillo enferma de viruela, por lo que el resto de tropa exige que se le mate, incluso prendiéndole fuego. Villa discretamente, ordena a uno de sus 'dorados' que se encargue del problema y este desaparece, carabina en mano, en el horizonte.
Pero resulta que cincuenta años después se descubrió otro final, en el que Villa regresa 10 años después por Tiburcio y cuando este se niega a volver a unirse a 'la bola' porque ya está casado y tiene una hija, Villa las mata para que ya no tenga pretexto. Nadie sabe si De Fuentes cambió el final coercionado o en un acto de autocensura, pero aquí está también la película completa y el final alternativo...