A los 16 años, Miguel se vio en la necesidad de abandonar su hogar en México con la esperanza de encontrar un futuro prometedor en la ciudad de Nueva York. Trece años después, ha logrado forjar una mejor vida de la que tenía durante su juventud, sin embargo, la constante soledad y la enorme distancia que lo separa de sus seres queridos lo siguen atormentando. A pesar de este complejo sacrificio, sigue motivado por el profundo deseo de ayudar a su familia, aunque eso signifique dejar de lado sus propios sueños. No obstante, cuando un día recibe un paquete de su madre, descubre unas antiguas fotografías que lo transportan a su infancia en México, cuando la vida en Estados Unidos era solo un simple anhelo. Estos recuerdos de su niñez lo conectan instantáneamente con su origen, alimentando su ambición y altruismo, pero también lo mantienen atrapado en un doloroso pasado que no puede dejar ir.