En el 2016, Fabiola, Josué y Francisco, tres pequeños niños de 11 años originarios de Culiacán, Sinaloa, participaron en un taller de cine bajo la tutela de César Uriarte, con quien realizaron un cortometraje para explorar el tema de violencia, pero visto desde la figura del sicario, abordada no desde el morbo, sino desde la curiosidad e inocencia de su edad, reflejando cómo la violencia se había normalizado en su comunidad, sino también en sus vidas cotidianas. Aquel primer acercamiento al cine les permitió expresar sus miedos, inseguridades y experiencias de manera creativa, utilizando esta herramienta como una especie de refugio y espacio de reflexión. Seis años más tarde, el director César Uriarte decide reencontrarse con los mismos jóvenes para narrar cómo crecieron en un entorno hostil y realizar un nuevo largometraje. A través de los testimonios de la infancia con la mirada de la adolescencia, ‘Un día 28 de enero’ se convierte en un testimonio íntimo y conmovedor sobre la memoria, la pérdida de la inocencia y la capacidad del arte para transformar el dolor en entendimiento.
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