Javier Sartorius Milans del Bosch creció rodeado de privilegios en una familia aristocrática madrileña, acostumbrado a un entorno donde el éxito parecía asegurado desde el principio. Gracias a su encantadora apariencia y su talento innato para el deporte, Javier logró sobresalir rápidamente en Estados Unidos como un prometedor tenista después de ganar el campeonato de pádel en 1989. Todo indicaba que su vida iba directo al triunfo, sin embargo, detrás de esa imagen perfecta, Javier comenzó a sentir un enorme vació que nada podía llenar. La desigualdad extrema que presenció en Los Ángeles, especialmente el sufrimiento de las personas sin hogar, abrió en él una grieta que ya no pudo ignorar. Este contraste entre su vida y la dura realidad ajena lo empujó a cuestionarlo todo cuando tomó la valiente decisión de abandonar sus comodidades para realizar un retiro espiritual en el santuario de Lord, en Lérida, donde encontró el verdadero sentido de su vida.
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