No cabe duda que Genndy Tartakovsky es uno de los mejores directores de animación de la década de los 2000’, el cómo combina el humor absurdo con un mensaje que habla directamente del sentimentalismo humano es increíble, en Samurái Jack con la venganza, el Laboratorio de Dexter con la soledad de ser diferente o en Star Wars con el peso que carga Anakin por ser determinado el elegido, temas que se desarrollan de una manera muy ligera a pesar de lo duro que puede ser su mensaje, y ahora con Hotel Transilvania con el apego paternal, pero con la gran adición de los padres favoritos del Cine de a mediados de los 2010, Adam Sandler, Kevin James y David Spade, que junto a Tartakovsky supieron cómo impregnar su humor que los representa en esta película.
No es sorpresa que el protagonista y el que se roba la película es Drácula, Adam Sandler hizo un buen trabajo en transicionar las emociones de su personaje en ser el alivio cómico a ser en el que a través de su voz desarrolla la historia, pero sobre todo en empatizar con él, entendemos por qué hace lo que hace, y no lo podemos culpar, él tuvo una mala experiencia que sirvió cómo punto central para determinarse una opinión sobre los humanos, que de ahí es de dónde para mi viene la principal crítica de la película, en juzgar a los demás por su apariencia o de donde vienen, los humanos juzgaron a Drácula de ser un monstro sin haberlo conocido, basándose en relatos para determinar si es bueno o no, y en mucho menor escala Drácula y los demás monstros repiten lo mismo con Jonathan, lo juzgan por el hecho de ser humano sin darse el tiempo de conocerlo, tomando una conjetura anticipada. Pero en cuanto al mensaje me parece más sutil y empático, más a lo que Tartakovsky plantea en sus proyectos, el eje central de la película se basa en cómo los personajes a medida que se desarrolla la trama van abriendo sus sentimientos entre ellos, Drácula al expresar el miedo que tiene por perder a su hija cómo a su esposa, mientras que Mavis expresa esa añoranza de salir más allá de las paredes del Hotel que es todo lo que conoce, que sí, de ahí viene toda la carga narrativa de la historia, “el ver cómo Drácula busca proteger a su hija del mundo exterior mientras intenta esconder a Jonathan de la vista de todos”, la película es redonda y siempre va al grano en su narrativa pero funciona, lo que hace especial a esta película está en el ojo honesto muy bien construido en la personalidad de los personajes hacia el cómo buscan su propia felicidad o en cómo la construyen gracias a mirar otras perspectivas a la suya.
Técnicamente la película es vibrante los colores juegan con el entorno y se moldean muy bien al estado anímico de la película, ya sea cómo en la escena en la que Drácula le cuenta su pasado a Jonathan, en la que tonos negros invaden los planos principales de los personajes o la escena en la que Mavis y Jonathan ven el amanecer dónde resaltan únicamente colores brillantes, la película visualmente es muy rica, que junto a la gran construcción del mundo que presenta la película se vuelve atrapante el diseño de producción de la misma.
Hotel Transilvania a través de un humor ligero plantea una historia paternal sobre los miedos que puede dar el mundo exterior y de lo difícil que es dejar ir, pero con un constante aprendizaje interno sobre lo abrumador que puede ser el perderte de los que hay allá fuera.