Es el segundo largometraje en la carrera del director y productor Alejandro Springall y el primero en 8 años, luego de su ópera prima Santitos (1999)
Para el director, el proyecto habla de la sociedad mexicana y la diversidad. En sus palabras: “Nos han metido la idea de que sólo somos mestizos, y no, México se ha enriquecido con todas las migraciones que han llegado, las cuales han traído una cultura, lo que nos ha ayudado a contribuir con la tolerancia y diversidad, y esto es lo que pretende la película. Finalmente, no somos diferentes, judíos o no judíos. Me interesaba empezar a romper prejuicios. Morirse… abre la puerta a conocer un rito profundamente sabio, que todos deberían conocer. Que la gente vea que hay otras maneras de vivir un duelo”.