Sorkin retrata con humor e inteligencia un drama sobre la defensa de las ideas, sin ser aleccionador. No abusa del exceso de diálogos como nos tiene acostumbrados y le da un ritmo frenético a la narración. Otro punto es que crea personajes sólidos (lo cual no es novedad), por lo que será fácil empatizar con cualquiera de los protagonistas. Mark Rylance está tremendo, y el acto final te enchina la piel.
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