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    Buscando justicia
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    Buscando justicia

    La peor tortura para aquel condenado a muerte, es la esperanza

    por Cristina Ibañez

    De acuerdo con la leyes estadunidenses de la década de los 80, morir electrocutado era algo para afroamericanos, no para asesinos, estafadores o violadores. La silla eléctrica, más allá de una condena creada para castigar a los criminales más perversos, se convirtió en el método perfecto para eliminar a aquellos que vivían -o viven- condenados por su color de piel. Y el sufrimiento en silencio y la furia contenida de aquellos señalados como criminales solamente por su tez, inspiró Buscando Justicia, historia basada en escalofriantes hechos reales. 

    Johnny D'McMillan (Jamie Foxx), un leñador aforamericano, tendrá que enfrentarse a la silla eléctrica tras haber sido acusado de asesinar con brutal violencia a una joven blanca de 18 años. El sistema que lo culpó y condenó se inclina más hacia el racismo en contra de los hombres afroamericanos que hacia la justicia, por lo que el abogado recién egresado de Harvard, Bryan Stevenson (Michael B. Jordan), no descansará hasta conseguir un juicio digno en donde se demuestre con pruebas fidefignas que su cliente es culpable o no. 

    Los deseos de Stevenson de contrarrestar la corrupción, injusticia y racismo, lo llevan por un melancólico viaje a través de los testimonios de sus clientes condenados a muerte, quienes nunca habían contado con la asistencia legal correspondiente y, además, se enfrentaban continuamente con un sistema que no respetaba su derecho a defenderse. Bryan, quien comanda la fundación sin fines de lucro "Iniciativa de Igualdad de Justicia" -EJI por sus siglas en inglés- está convencido de que cualquier ser humano, sin importar el crimen del que se le acuse, tiene derecho a recibir asesoría legal íntegra, por lo que une fuerzas con Eva Lansey (Brie Larson), abogada que trabaja para reparar el sistema de justicia roto en Alabama. 

    La historia -evidentemente conmovedora- se fortalece con el trabajo del elenco, quienes compaginan de manera armónica frente a la cámara. Michael B. Jordan, le inyecta emotivos matices a su personaje, quien a pesar de ser abogado, también sufre de racismo. Estas connotaciones trasladan al espectador a un viaje repleto de angustia y miedo, los cuales inmediatamente conectan con la impotencia y sentimiento de desolación como consecuencia del racismo.

    Pero el sufrimiento silencioso de Mcmillian, condenado a pasar sus días en el corredor de muerte, es el factor verdaderamente conmovedor. ¿Qué otra cosa más que arder por dentro puede hacer un preso afroamericano culpado de asesinar a una adolescente blanca en el estado de Alabama? Jammie Foxx, retrata la furia de Johnny D' al ser culpado por un crímen que no cometió con tan solo una mirada, quien recupera la esperanza ante la llegada de un abogado que lo trata como ser humano. La inspiración para darle vida a McMillian en pantalla grande, quizás venga de los años que el padre de Foxx pasó en prisión tras ser injustamente acusado de robo, pero es evidente que desde Ray, Foxx demostró ser un actor que nos deja la piel de gallina -excepto cuando dio vida a Electro en The Amazing Spider-Man 2, eso hay que olvidarlo-.

    Es evidente que la trama nos cuenta -una vez más- una historia de racismo, sufrimiento y abuso de autoridad en Estados Unidos en los no muy lejanos 80s. De hecho, me atrevo a decir que la historia es completamente predecible desde que arranca. Sin embargo, el director, Destin Daniel Cretton, le dio un giro a este cliché cinematográfico al retratar las atrocidades del "corredor de la muerte". Sí, otra vez se retratan los abusos hacia la comunidad afroamericana -tema que no pasa de moda debido a que este conflicto social sigue latente-, pero cuando se trata del miedo al olor a piel quemada que produce la silla electríca, Cretton nos deja claro que no importa el color, raza o el status social. 

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