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    La mujer que sabía leer
    Críticas
    3,5
    Buena
    La mujer que sabía leer

    El hombre semen

    por Tamara Cuevas

    El hombre semen es una obra literaria que parecería haber sido tomada de una biblioteca de ciencia ficción que nos advirtiera sobre una de las mayores consecuencias de los conflictos bélicos. La historia que cuenta podría – hasta donde se sabe – ser real: en 1852, luego de que Luis Napoleón declarara un golpe de estado contra la Segunda República Francesa, un pequeño poblado ubicado en la Alta Provenza se queda sin un solo hombre, dejando a la comunidad femenina a sobrevivir organizándose para cumplir las labores que les pertenecían a sus compañeros. 

    El libro fue publicado en España en el 2006 y vio la luz internacionalmente hasta bien entrado el año del 2015, gracias a la mujer que había heredado el texto de Violette Alhaud –  bajo la condición de que no se leyera antes de 1952. La novela corta es un signo de la desesperación, la tristeza y el vacío que siente la comunidad de mujeres tras la ausencia de sus parejas, hijos, abuelos, padres y hermanos.

    Aunque hacen de su vida lo más llevadero posible, es imposible que se pregunten cómo podrán convertirse en madres las jóvenes que ya están en edad para casarse y formar una familia. Ante la ausencia de hombres, la mujeres hacen un pacto: si uno de ellos aparece, todas aceptarán compartirlo. La decisión no tiene raíz en la envidia, en el egoísmo o en el morbo, sino en la esperanza de reestablecer el “orden” en la villa.

    Toda esta atmósfera conflictiva y desoladora se traspasa a la pantalla grande de manera magnífica gracias a la directora francesa Marin Francen, quien hace su debut directorial con La mujer que sabía leer, película basada en dicha novela corta. La cinta es cautivadora en sí por su historia, pero también por la increíble fotografía de Alain Duplantier que convierte cada cuadro en una pintura que recuerda a la corriente pictórica romántica – más hacia John Constable pero sin las góticas catedrales.

    Como en una producción del cine intimista, Francen sigue el conflicto, la evolución y la decadencia de esta comunidad femenina a través de la mirada de Violett (Pauline Burlet), la chica de este pequeño conglomerado que se ha enamorado Jean, el hombre semen (Alban Lenoir), quien corresponde sus sentimientos. La mujer que sabía leer tiene una relación de aspecto en 1.33, que nos da un aspecto más íntimo del sufrimiento –en primeros planos– de Violett. Pronto, las mujeres pasarán de la sororidad al desacuerdo cuando todas obliguen a Violett a compartir el amor que ha descubierto en pos de un bien común.

    Si bien La mujer que sabía leer es un ejemplo de que la mujer seguirá siendo capaz de hacerle frente a las dificultades de una guerra, una pandemia o un meteorito, ingeniándoselas para no necesitar de un hombre que las alimente, al mismo tiempo es la afirmación de que tanto hombre como mujer disfrutan –y necesitan– la vida en pareja para aminorar la carga y la inevitable soledad.  

     

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