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    La casa de Jack
    Críticas
    4,5
    Imprescindible
    La casa de Jack

    Misógina, megalómana, violenta y genial.

    por Carlos Gómez Iniesta

    Ambientada en los Estados Unidos de la década de los 70, The House That Jack Built cuenta la historia de Jack, un ingeniero de suerte e inteligencia privilegiada quien, a manera de confesión, escoge narrar cinco crímenes al azar –entre decenas que ha cometido–, revalorando cada uno de ellos con su dialogante. Del acorralamiento de la víctima hasta la disposición del cadáver, cada muerte sacia una necesidad y cada una es considerada una obra de arte. Al mismo tiempo, busca ejercer su profesión construyendo una casa de la que no encuentra ni la forma ni los materiales a su gusto, así es que habrá de tirarla y construirla completamente para lograr su plena satisfacción. 

    Aunque en el elenco el director repite actrices como Uma Thurman (Ninfomanía), Siobhan Fallon Hogan (Bailando en la obscuridad) y Sofie Gråbøl (The Boss of it All), ésta vez no es una mujer el centro de la historia. Es Matt Dillon, quien desde sus múltiples nominaciones en Crash: Vidas cruzadas, no lo veíamos en un protagónico tan destacable. Con algunos toques que nos recuerdan a Psicópata americano, Jack será uno de los personajes mejor recordados de su carrera al interpretar a un tipo carismático, cómico, complejo y cínico que sale de toda situación sin la más mínima culpa. Lástima que no comparta más tiempo a cuadro con el gran actor alemán Bruno Ganz (La caída), quien por su edad, experiencia e incluso por su acento lo hace perfecto como un Virgilio de Dante, aquel que hace los cuestionamientos morales y muestra los castigos divinos para los pecadores.

    Ésta es una disección profunda de la mente de un asesino serial, incluidas las reflexiones filosóficas (genial las metafora de los postes de luz y las sombras). Seguimos encontrando los temas comunes del director. Ahí está la megalomanía utilizando imágenes de sus propias películas para citar la genialidad de aquellos tocados por dios; la misoginia, pues las mayoría de las víctimas son mujeres fácilmente engañadas. Es más, ellas ni siquiera se ganaron un nombre, sus personajes se llaman Mujer 1, Mujer 2, Mujer 3 y el denigrante apodo “Simple”, pues el protagonista se niega llamar a su novia por su nombre. Claro, está la violencia gráfica que literalmente traspasa los límites. Son una o dos escenas las que han creado toda la controversia alrededor de la cinta, en especial una contra una familia. Pero, ojo, no vemos una continuación gore estilo Serbian story ni mucho menos, aquí el danés ocupa un tono cómico que aún hace más reflexivo el encontrarse riendo al exponerse a esas imágenes. Hay que llegar al final para absorber las mejores secuencias de la cinta. Un final metafórico y genial. 

    Entonces, ¿Von Trier se está burlando del mundo como lo hace Jack? ¿Qué tanto piensa igual que él?  El director fue declarado persona non grata en Cannes en 2011 por mostrar simpatía con el régimen nazi. Y resulta que la película, de alguna forma, se estrenó en el mismo festival. Y entonces, vuelve a aprovechar la pantalla para hablar de su grandeza, de la genialidad incomprendida, pero también de las ventajas de la arquitectura del Tercer Reich. Es más, no debe ser casuadlidad el exponer a Bruno Ganz, el mejor intérprete de Hitler en la historia, ahora como un representante de lo divino. Provocador como pocos, nos guste o no, el danés sigue siendo un transgresor de dilemas morales que cuestiona con una voz única la condición humana y divina. Es, sin duda, el gran regreso de uno de los cineastas más interesantes de este siglo. Lo que se esperaba de él después de cinco años de impasse.

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