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    Entre la razón y la locura
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Entre la razón y la locura

    Un diccionario y un increíble Sean Penn

    por Tamara Cuevas

    Hay muchas razones por las que una película, que tiene todas las posibilidades de trascender en el año cinematográfico, fracase inescrutablemente. En el caso de la película protagonizada por Mel Gibson y Sean Penn, Entre la razón y la locura, fue el desacuerdo del director y del productor, Farhad Safinia y Mel Gibson, con Voltage Pictures. Corte A: la disputa terminó en una demanda contra la empresa productora que, obviamente, perdió Gibson.

    ¿Cuál era el desacuerdo? Farhad y Gibson exigían que varias escenas de la película se grabaran en Oxford y no en Dublín. Voltage se negó rotundamente - por falta de presupuesto - y el resultado es un entramado de escenas que parecen sacadas de algún archivo de mala calidad, restándole valor a lo que, tal vez, pudo haber sido una muy buena película.

    Como si fuera el inicio de alguna pieza desconocida que escribió Sir Arthur Conan Doyle, Entre la razón y la locura abre con un poco de misterio: una persecución por las calles de Londres en 1872. Sin embargo, no nos tomará toda la película saber quién es el culpable -- como en las novelas del creador de Sherlock Holmes. En 1872, el cirujano William Chester Minor, fue juzgado por haber asesinado a un inocente tras confundirlo con el hombre que, según él, era su acosador. El doctor, veterano de la Guerra Civil Americana, fue sentenciado y recluido en una institución mental. Ah y - olvidé mencionarlo - durante su rehabilitación creó el primer Diccionario de Oxford.

    Esta cinta de época se estructura con base en las historias alternadas. Por un lado tenemos al Profesor James Murray (Mel Gibson), escocés autodidacta a quien se le encomienda - sin mucha fe - la tarea de editar el primer diccionario de Oxford, el cual abarcaría, prácticamente, la historia completa del lenguaje (hasta ese entonces). Del otro lado se encuentra William Chester Minor, cuyo camino se encontrará con el de Murray cuando éste último lance una convocatoria en busca de voluntarios que colaboren en la tarea del diccionario. Por último, pero no menos importante, está Eliza (Natalie Dormer), la viuda del joven al que Minor asesinó, quien jugará una pieza clave en el desarrollo de la historia.

    Muchas cosas pudieron salir mal en Entre la razón y la locura, pero la actuación de Sean Penn no entra en esa lista. Su interpretación de William Chester Minor lleva consigo una mezcla de atrocidad y ternura que redime sus acciones (suena retorcido, lo sé). Será dentro de su celda donde, noche tras noche, recolecte palabras para el diccionario, apuntando los orígenes de cada una - ¡una tarea de locos!

    Las cosas que sí pudieron salir mal y, en efecto salieron terribles, fueron varias. Una de ellas es el final tan apresurado - y simple - que nos presentan. Puede que esto sea consecuencia directa del desacuerdo con el que esta crítica abrió; Variety reportó que el corte final de Safinia duraba 2 horas con 40 minutos pero por cuestiones de contrato fue reducida a 2 horas y cuatro minutos. Probablemente, Safini nos tenía preparado un desenlace mucho mejor cuidado, que le hiciera justicia a los más de 60 minutos que esperamos pacientemente para que Mel Gibson y Sean Penn aparecieran juntos a cuadro. 

    Siendo esta una película cuyo núcleo está en las palabras, la mejor manera de describirla es haciendo uso de las mismas: redención, erudición, amor, compasión, ignorancia médica y salvación. Entre la razón y la locura abre en cines de México el 15 de marzo. 

     

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