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    Primer año
    Críticas
    3,5
    Buena
    Primer año

    La frustración del estudiante

    por Iván Romero

    El mundo laboral cada vez es más competitivo; las ofertas de pronto son limitadas y la cantidad de aspirantes a ellas va en aumento. El estrés por conseguir oportunidades y con esto asegurar un futuro, se está convirtiendo en un padecimiento generacional. Aunado a esto, en algunos países el sistema académico no es justo, es desigual en cuanto a los puestos que ofrecen dentro de sus instituciones y el nivel de exigencia de sus exámenes para formar parte de ellos es alto.

    Primer año habla justo de esto; narra las difíciles pruebas de acceso a la escuela de medicina de Francia, donde el gobierno tiene un sistema educativo de “número cerrado”, mientras que casi 3,000 estudiantes de primer año luchan por 329 puestos para entrar al segundo ciclo. La historia se es contada a través de dos jóvenes: Antoine (Vincent Lacoste), quien ya va por el tercer intento para conseguir un lugar, y Benjamin (William Lebghil), quien, a pesar de darse cuenta de que el colegio al cual entrará no es del todo de su agrado, tiene un talento nato y cierta deuda moral con su padre, quien por cierto es cirujano. Ambos chicos empatizan y entran en esta lucha encarnizada por pertenecer y cimentar su futuro.

    Es dirigida y escrita por el francés: Thomas Lilti que con esta cierra su trilogía - no oficial- acerca de la profesión del médico. Hippocrate fue la primera en 2014 y su segunda: Irreplaceable en 2016. Ahora el director se enfoca en el por qué y el cómo de la profesión, pero la realidad es que le entra un poquito más allá; primero dejando un evidente discurso acerca de las desigualdades e injusticia sobre los planteles educativos y por otra parte, romantizando la historia mediante dos amigos que se encuentran en el mismo lugar, pero sus sueños parecen diferentes.

    Sin duda, el corazón del filme es justo sus dos protagonistas. Lilti nunca es incisivo en demostrar abiertamente que hay un problema grave en las instituciones, como espectador se nota, sin embargo, centra todo en la relación de Benjamín y Antonine. Si bien, es ambigua y sus intereses son meramente profesionales, no deja de sentirse de principio a fin profundamente romántica.  Ambos encuentran en el otro justo lo que necesitaban: un compinche, alguien que los entienda para no sentirse tan solos en ese inmenso mar de ambición y de incertidumbre. Y de la misma manera, su relación es frágil y tiembla en el momento que la competencia empieza.

    Primer año navega entre el drama y una especie de coming of age, en el que la pareja formada por Leghbil y Lacoste resulta conmovedora, entrañable y tremendamente encantadora. Funciona gracias a ellos y conecta con la audiencia, dado que podrán verse reflejados en ese sentido de pertenencia que todos hemos percibido más de una vez y en la incertidumbre hacia el futuro que ronda de vez en cuando.

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