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    Sexy por accidente
    Críticas
    2,5
    Regular
    Sexy por accidente

    Sé quien quieras ser

    por Octavio Alfaro

    El secreto está en la actitud y seguridad, en creer en ti mismo para poder hacer lo que te propongas y ser quien en verdad deseas. No es necesario tener un físico imponente o un intelecto que abarque infinidad de temas para intentar alcanzar todos esos anhelos, basta con tener confianza en nuestra personalidad y así estar un paso más cerca de cumplir una meta.

    Así como Renee Bennett (Amy Schumer) en Sexy por accidente, en la que interpreta a una mujer gordita, con un trabajo rutinario y algo mediocre, sin olvidar las muchas inseguridades en su persona: que si no es bonita, delgada, inteligente o carismática; a cualquier cosa le pone un pero para bajarse la autoestima. Hasta que un buen día se da cuenta, de manera fortuita, que la única culpable de sentirse mal es ella, no es necesario cirugías, ropa costosa o fingir ser quien no eres, para poder triunfar a nivel personal.

    Al ser protagonizada por Amy Schumer, la comedia es la parte medular de la película. El humor en Sexy por accidente no es para soltar carcajadas, pero sí hace reír, tanto por la actuación de Schumer como  porque henos vivido alguna de las situaciones y es inevitable no identificarse. También hay que darle su mérito a Michelle Williams, quien usa una voz muy aguda y chillante, con toques de inocencia, para hacer  simpático a su personaje.

    La historia no aborda una temática original ni busca hacer más de lo debido, y aunque hay ciertos momentos en los que no pasa nada, no llegan a ser tantos como para hacer tropezar a la película entera. Sexy por accidente es como un libro de autoayuda: te dice que te quieras a ti mismo, que no necesitas más que una actitud optimista y que con eso es suficiente para que los problemas se vuelvan más sencillos de resolver. 

    Y es que si lo pensamos bien (aunque muchas veces lo negamos) somos el resultado de lo que digan los demás. Cambiamos hábitos y apariencias en consecuencia a opiniones externas y dejamos la nuestra hasta el final, cuando en realidad debería ser al revés.

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