Buena suerte es el documental que retrata a dos comunidades mineras trabajando en polos opuestos. Por un lado, están los empleados estatales de una mina de cobre que se encuentra a 400 metros de profundidad en Serbia. Y por el otro, los trabajadores de una mina de oro ilegal enclavada en la selva tropical de Surinam.
En la primera parte de la película, el director Ben Russell baja 600 metros con los mineros de Serbia. Su intención es acompañar a los mineros en su día laborable; y preguntarles de pronto cuáles son sus expectativas; y de vez en cuando, tomar un retrato de los hombres que están trabajando ahí. Sin pretender hacer una denuncia, Russell habla con los trabajadores, quienes, conscientes del peligro que corren, son alegres y bromean entre ellos: minimizan su propia situación.
La segunda parte sigue el largo recorrido de los trabajadores de color de la mina ilegal de Surinam. Al mostrar la cotidianeidad de su trabajo, Buena suerte resulta ser un documento contundente.