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    Terror a 47 metros: El segundo ataque
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Terror a 47 metros: El segundo ataque

    No dejes que te coma el tiburón, ¿otra vez?

    por Miguel Martínez

    Mostrar la fragilidad del ser humano, ya sea contra la fuerza de la naturaleza u otras especies que habitan la Tierra, es un tema recurrente en el cine comercial. Ejemplos hay muchos: la franquicia de Tiburón o películas como The Shallows, Open Water, entre otras. Sin embargo, en los ùltimos años, han predominado dos fórmulas para realizar una película donde exista una criatura asesina al acecho: Contar una historia seria donde el suspenso y la incertidumbre del inminente ataque de una criatura sean la base de todo o contar esa misma historia, pero de una forma más relajada donde las cosas no se tomen tan en serio como fue el caso de exitosa franquicia de Sharknado y más reciente infierno en la tormenta.

    Terror a 47 metros: El segundo ataque funge como secuela de la película estrenada en 2017 dirigida por Johannes Roberts. La cinta cuenta la historia de Mia, Sasha, Alexa y Nicole cuatro amigas que en su intento de evitar la rutina de un lugar turístico, buscan explorar unas ruinas submarinas sobre las cuales se rumora existen templos y paisajes exóticos. Sin embargo, su travesía acuática pronto se convertirá en una pesadilla cuando descubran que las ruinas no están abandonadas y son un hábitat para una de las especies más mortíferas de tiburones que existen en el océano.

    Desde los primeros minutos, se puede percibir que algo anda mal con esta película. Una pleca inicial nos indica que el filme dirigido y escrito por Johannes Roberts está ubicado en Yucatán, México, pero ningún elemento del contexto cuadra para creer que realmente es tierra mexicana lo que vemos en pantalla. La cinta nos presenta una comunidad donde nadie habla español e incluso existe una escuela de extranjeros situado en medio de la ciudad. La credibilidad es nula. Podría decirse que está ubicada en alguna playa Florida o Hawaii y no habría problema alguno, pero por alguna razón Roberts se esmera en recalcar esa información. 

    Luego viene la típica fórmula creada para producciones de esta índole: Un grupo de adolescentes toma las peores decisiones para una excursión donde una criatura las espera, todo esto en su afán de mostrar su rebelión a las imposiciones de sus padres. Pero es aquí donde la decisión más importante de la película llega: ¿Realizar una historia que proponga algo serio, intenso y creíble o relajarse y entregar un producto más cercano al cine serie B cargado de entretenimiento? Roberts apuesta por la primera opción y falla rotundamente en su intento. 

    En lugar de crear atmósferas que realmente causen suspenso donde haya un factor sorpresa que incremente el impacto de una sangrienta escena, tenemos un trabajo mediocre caracterizado por su pobre creativa donde es predecible cada intento de susto, cada muerte y hasta cada diálogo. Las actuaciones de su elenco encabezado por Sophie Néliss (Ladrona de libros) pasan de largo debido a una dirección discreta de Roberts.

    Quizá lo más interesante de Terror a 47 Metros: El segundo ataque es la visibilidad que le da a la cultura maya y a sus costumbres. Caso específico del Xibalbá o Xib'alb'a, el cual fue el nombre que se le dio al inframundo de esta civilización y es un lugar subterráneo regido por las divinidades de la enfermedad y de la muerte. De ahí en fuera, estamos ante un producto cinemtográfico instrascendente que sin duda se anexa a la eterna lista de secuelas infumables que nadie solicitó. 

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