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    Demonio de medianoche
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Demonio de medianoche

    Terror que termina en carcajadas

    por Octavio Alfaro

    El Midnight Man surge como una leyenda urbana en una cinta irlandesa en 2013, como un monstruo invocado mediante un juego y que hace ver sus peores temores a los involucrados. En Demonio de medianoche, canadienses y estadounidenses retoman la idea y la adaptan a una versión americana, caracterizada por caer muy cerca de lo ridículo en su afán de ser una película de terror.

    Alex (Gabrielle Haugh) tiene la encomienda de cuidar de su abuela Anna (Lin Shaye), quien sufre una enfermedad mental. Cuando ella le pide a su nieta buscar un espejo en el ático, la joven descubre, junto con su amigo Miles (Grayson Gabriel), una caja con un juego. Su curiosidad y aburrimiento los llevan a seguir las reglas y con ello a despertar a un demoniaco ser, cuyas intenciones los pondrán en peligro.

    Cuando el monstruo comienza su mortal persecución, los momentos de risa, más que de terror, se hacen presentes. Nunca crees que los personajes están asustados por la presencia del ente y menos aún en sus motivaciones principales para continuar el juego e incluir a más personas conforme avanza la trama.

    La historia es predecible desde el comienzo. Cuando toma forma sabes perfectamente lo que sucederá sin necesidad de más pistas, consecuencia de lo poco original de lo retratado y de las constantes tonterías de los protagonistas que parecieran querer ser aniquilados en vez de salvar su vida. En una atmósfera oscura e iluminada sólo con velas, los personajes son retados por el demonio, quien usa máscaras para cambiar su expresión y se presenta como un voraz ser aniquilador sin un rostro definido.

    ¿De dónde agarrarse para evitar el aburrimiento? Del involuntario humor; casi estoy seguro de que reirás en varias escenas por lo inverosímiles que son. Incluso llegan a la memoria cintas como Jumanji por la cuestión del juego y personajes como El espantapájaros, el villano de Batman cuya habilidad es mostrarle sus miedos a sus víctimas. Y como siempre hay tiempo para el amor, dos de los protagonistas se dan cuenta de sus sentimientos en pleno desastre, por si le faltara más comicidad a la película.

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