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    Museo
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Museo

    Buena réplica y divertido análisis antropológico de célebre robo

    por Carlos Gómez Iniesta

    Como se advierte desde el inicio, Museo es la replica del robo más grande sufrido en el emblemático Museo de Antropología e Historia. En especifico, de los motivos del par de estudiantes de veterinaria que lo perpetraron en la noche de Navidad de 1985 (aquí rebautizados como Juan y Benjamín). El líder, encarnado por Gael García Bernal, es un sateluco gandalla, manipuador, antiimperialista, defensor del uso correcto del idioma –"no se dice prehispánico, se dice mesoamericano"–, un jodón de primera pero que busca la aprobación de su familia. De su círculo cercano de adultos, sólo un tío apenas aguanta una conversación con él pues ni sus padres ni sus hermanas lo toleran mucho. Es su amigo, sumamente mangoneable (Leonardo Ortizgris) el único incondicional en su vida. 

    La relación entre estos dos es sólo uno de los puntos de la disección de un interesante personaje lleno de contradicciones. De alguien quien toma venganza de un "crimen cultural" con otro. Quizá a sus ojos, el traslado de Tlaloc (o Chachiuhtlicue) de su natal Estado de México al D.F. no debería pasar sin consecuencias. Quizá. Y es que nadie puede saber lo que realmente está pasando por su cabeza. Lo que sí estamos seguros es que, tras uno de sus pocos éxitos en la vida –el robar invaluables artefactos para probar que es capaz de algo grande y no tanto por el dinero–, atestiguamos como se va desmoronando cuando las cosas no salen bien, cómo esas piezas cada vez pesan más dentro de su mochila. Y ese peso lo resiente hasta la narrativa, pues de lo líneal del inicio, va tomando caminos oníricos entre aparición de dioses, pasones de coca, cabareteras, caminos solitarios y peleas –estilsticamente, aquella en el antro acapulqueño es única–. Todo para desenvocar en un relato que no es fiel a los hechos pero, tal y como los protagonistas lo creen, "¿para qué arruinar una buena historia con la verdad?". ¿O nos hace falta conocer el destino a detalle de Carlos Perches y Ramón Sardina, nombres reales de los criminales, para que esta ficción tenga un fuerte impacto personal? No, porque no es una heist movie y sospecho que en el guión coescrito por el director Alonso Ruispalacios y Manuel Alcalá nunca se prentendió que el robo fuera el tema principal.

    Destaquemos entonces otras joyas de este Museo. Iniciando por la imponente introducción musical a cargo de Silvestre Revueltas y su "Noche de los mayas" –originalmente compuesta para la película de Chano Urueta de 1939–, y que se convierte en el golpe auditivo y leivmotiv perfecto para contrastar el orgullo de nuestro arte, la grandeza maya... y lo estupidos que podemos ser cuando hay que valorarla. Menciones también al gran material de archivo televisivo y al fino arte de Sandra Cabriada que recrea con presición el México de los 80 –aunque quizá no era necesario hacerlo tan evidente con esa playera de triciclos Apache–. Aplausos también para el gerente de locaciones por conseguir filmar en Palenque y en el museo,  esencial para el realismo y disfrute de la cinta. Claro, se tiene que mencionar al resto del elenco, en especial a Lisa Owen y el gran actor chileno Alfredo Castro, quienes parecen envejecer a cuadro sólo por ser padres de este muchacho.

    Tras el soñado recibiemiento de Güeros anta la crítica y los festivales, la expectativa hacia el segundo trabajo de Ruispalacios no era poca. Pero cumple y bien. Cumple con una cinta más ambiciosa en producción. También en seguir explorando nuevas formas de narrativa y análisis antropológico, parte del atractivo de su ópera prima. Sigue mostrándose como un amante de la ciudad, aunque ahora se mete hasta la cocina de la clase media de Ciudad Satélite –su definición de sateluco nos perseguirá durante mucho tiempo–. No está demás decir que también goza de más atractivo comercial, no tanto por la presencia de Gael, sino por la resurrección del tristemente célebre caso, que debería interesarle a varias generaciones al parejo. Además, con YouTube como coproductor y a Cinépolis en distribución es un hecho que llegará a más público. Esas son buenas noticias.

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