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    La trinchera infinita
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    La trinchera infinita

    Una obra maestra recargada en el miedo y el amor

    por Iván Romero

    La guerra civil española dejó una marca indeleble en la memoria de aquel país, en cada de uno de sus habitantes y de sus generaciones contiguas. Películas, series, documentales, libros y montajes teatrales se han hecho al respecto y quizá nunca habrá suficiente desahogo de todas las atrocidades que vivieron en la dictadura de Francisco Franco. La trinchera infinita, una de las mejores películas españoles del 2019 llega a Netflix después de un exitoso y largo paso por un sinfín de eventos, donde fue reconocida y premiada principalmente al dúo protagonista por sus excelsas actuaciones.

    La historia sigue al matrimonio de Higinio (Antonio de la Torre) y Rosa (Belén Cuesta); el primero es obligado a ocultarse dentro de la casa de ambos por miedo a ser aniquilado por los franquistas, ya que se sabe que estaba en contra de Franco y que había traicionado a varias personas dando a conocer sus nombres por misteriosas vías. Su encierro dura 30 años, tiempo en el que Rosa, firme y solidaría, tiene que soportar un aislamiento eterno con el hombre que ama.

    La película es dirigida por los cineastas españoles Jon GarañoAitor ArregiJosé Mari Goenaga en conjunto, después de haber sido alabados por trabajos como Loreak y Handia. Anteriormente los tres fungieron como guionistas, mientras que Garaño dirigió la primera con Goenaga y la segunda con Arregi, así que La trinchera infinita es la primera conta en la que los tres se ponen detrás de las cámaras y del cerrojo de una puerta secreta para contar el caso de los “Topos”, una serie de personas que se escondieron en partes muy particulares dentro de sus hogares para nunca ser hallados por el régimen franquista. Decidieron contar teatralmente la historia por medio de un matrimonio y escoger a dos actores brutales (no podía ser de otra manera), para darles vida a estos personajes que son a su vez voces de millones.

    La inspiración viene particularmente del caso de Manuel Cortés, alcalde de la localidad malagueña de Mijas mientras duró la Segunda República Española. Él se ocultó 30 años y parte de su vida ya se había contado en un documental. De cierta manera, Higinio tiene cierto nacimiento autobiográfico. Antonio de la Torre es hoy por hoy uno de los actores más prolíficos de España. Ha trabajado para Pedro Almodóvar, Rodrigo Sorogoyen, Álex de la Iglesia, Alberto RodríguezManuel Martín Cuenca y Pablo Berger, es decir, los mejores autores cinematográficos de España. En La trinchera infinita se hace y se deshace en cuestión de minutos y están ahí sus ojos expectantes tras dos hoyos en todo momento, con un miedo latente por un lado y unas ansias locas de hacer feliz a su mejor amigo, por el otro. Estupenda actuación.

    Belén Cuesta, por su parte, fue coronada la Mejor actriz del 2019 llevándose a casa el Goya como por la interpretación de su Rosa. Cuesta se volvió toda una revelación después de hacer papeles con una vena nata y evidente en la comedia en seriados como Paquita Salas o musicales como La llamada. Aquí la vemos en gran parte del metraje, el cual quizá excede un poco las dos horas de duración gracias a los ojos de Higinio, pero la actriz es extraordinaria. De eso de trata el oficio del actor, de desaparecer. Merecidos todos los premios a su interpretación.

    La película inicia particularmente con la persecución de Higinio por unos militares, antes de volverse a encerrar. La tensión es latente en todo momento y es un acierto de sus directores, porque la sensación de persecución se siente de principio a fin, aun cuando ya se venció y Franco quizá ya no esté en el poder. El personaje entra en una paranoia constante y esto causa más de un conflicto con Rosa. Esto es otra parte sumamente interesante de La trinchera infinita (la cual, tiene un título precioso), ya que cada pasaje está segmentado por una palabra en particular, la cual se explica en los minutos siguientes. Es así como la guerra de Higinio y Rosa no sólo es contra el país, sino contra ellos mismos en todo momento; un gran discurso de pareja, de entendimiento y de amor, a pesar de situarse en un contexto de aislamiento.

    ¿Es asfixiante? Como no serlo, pero esto no juega en contra de la película, sino se suma al relato. Hay emociones todo el tiempo y sí prueba la paciencia del espectador si lo que se busca es algo mucho más grande. Aquí no se niega la teatralidad y la sofocación de la situación: el vacío. Los personajes, con el paso de los años, envejecen y ahí está su punto débil: el maquillaje, que resulta burdo y malhecho, pero Cuesta y De la Torre son unos maestros y hacen que olvidemos tanto prostético y nos fijemos en sus miradas, en sus silencios y en todas esas ganas que sus personajes tenían de vivir.

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