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    Sibyl
    Críticas
    3,5
    Buena
    Sibyl

    El enfermizo proceso creativo del artista

    por Miguel Martínez

    Se dice que todo artista, sin importar la disciplina a la que se dedique, necesita una fuente de inspiración para crear su obra. Esta fuente puede ser una persona que quiza tenga una importancia grande para su existencia, ya sea que ese ser sea el amor de su vida, una madre, un padre, un hijo, o bien, un suceso relevante ocurrido en su pasado.  Sin embargo, ¿qué sucede cuando dicha inspiración proviene de una enfermiza obsesión que recoge los traumas de una terapeuta?

    Sibyl (Virginie Efira) es una psicoterapeuta harta de su rutina que vuelve a su primera pasión: escribir. Deja ir a todos sus pacientes para perseguir ese sueño, pero la más reciente, Margot (Adèle Exarchopoulos), una problemática  actriz en ascenso, resulta ser una fuente de inspiración demasiado tentadora. Fascinada, casi hasta el punto de la obsesión, Sibyl se involucra cada vez más en la tumultuosa vida de Margot, relación que deriva en una situación donde los recuerdos volátiles la ponen cara a cara con su pasado.

    El tercer largometraje de ficción de la directora francesa Justine Triet es un trabajo que explora la psique que puede atravesar una mujer cuyo pasado amoroso la tiene atrapada en un loop donde su presente es afectado por ello, pero al mismo tiempo la define. Sibyl utiliza esto como motor para escribir su anhelada obra, cueste lo que cueste. Aquí no importa la ética del psicoterapueta. 

    El guión escrito por la propia Triet y Arthur Harari muestra también la obsesión y la fascinación desarrollada por el personaje interpretado por Efira con sus pacientes, lo que se convierte en una perturbadora forma de inspiración para su anhelado deseo artístico. Para Sybil, no tiene mayor importancia si su paciente predilecta la necesita para procesar y superar un aborto, ella tiene claras sus intenciones, pero al mismo tiempo, este proceso la desgasta y la sumerge en una severa crisis ocasionada por su enfermiza convicción.

    Mediante pasajes que van de la comedia al drama, la segunda colaboración entre la cineasta francesa y Virginie Efira elabora un discurso donde conocemos la parte más oscura de un individuo cuya búsqueda por ser un artista, en este caso una mujer, no proviene de los mejores contextos o situaciones. Sibyl nos recuerda el enfermizo proceso creativo que un aspirante a escritor puede atravesar, donde el éxito es lo único que importa. Una idea similar a lo visto en Whiplash (Chazelle, 2015), pero sin jazz, ni un J.K. Simmons que nos haga seguir su ritmo para lograr la perfección musical. 

     

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