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    El ombligo de Guie'dani
    Críticas
    3,5
    Buena
    El ombligo de Guie'dani

    Un choque cultural para reflexionar

    por Tamara Cuevas

    ¿Cuántas veces hemos sentido que nuestro futuro está, irremediablemente, condenado a causa de nuestro pasado? Las crisis de identidad son más comunes conforme alcanzamos la madurez y, aunque podemos llamarnos adultos, seguimos cuestionándonos hacia dónde va nuestra vida. En la mayoría de las ocasiones podemos retomar el rumbo las veces que sea necesario, pero Guie’dani, protagonista de Xquipi’ Guie’dani (El ombligo de Guie’dani), no puede hacerlo por el simple hecho de venir de una familia zapoteca en la que las mujeres trabajan como asistentes domésticas en la Ciudad de México.

    Guie’dani - interpretada estupendamente por Sótera Cruz - y su madre salen de Oaxaca con el fin de tener una nueva vida en la ciudad, en una lujosa casa de la colonia La Florida. Con largas secuencias de cámara en mano, que hacen sentir al espectador un invasor o un vulnerable extraño en terreno desconocido, el director de la cinta hablada en español y zapoteco, Xavi Sala, nos adentra en un mundo que parece ser perfecto, aunque para Guie’dani está lejos de serlo. La pequeña de 12 años no está cómoda con su nueva familia y tampoco con las reglas que le han impuesto: no más zapoteco, no más comer sin cubiertos, no más honrar tus tradiciones, y ya no se diga la gastronomía: es mejor la comida “light” que la picosa.

    Xavi contrasta con firmeza dos mundos que viven en la Ciudad de México, uno es el de la clase alta y el otro el de los olvidados sociales, a quienes se les mira con desdén por su color de piel o su lengua materna. Lo que se está retratando en pantalla es, de alguna manera, una esclavitud moderna: Lidia, la madre de Guie’dani, gana poco más de 2000 pesos a cambio de atender a los patrones y a los insoportables adolescentes que viven en la casa, quienes se dirigen a ellas como “las chachas”.

    El choque entre culturas, formas de concebir el mundo e incluso la manera "correcta" para comer, provocan una rebeldía inesperada en Guie'dani, quien - en medio de sus aburrridos días - encuentra una amiga en la misma colonia donde vive. La niña también es hija de la servidumbre de una casa aledaña y juntas sueñan con salir de la monotonía y la discriminación en la que viven.

    Ambas chicas se meterán en problemas por el simple hecho de soñar con una vida distinta. Guie'dani reclamará a su madre que “no quiere ser una maldita esclava como ella”, pero la vida le dejará en claro - ya al final de la película - que debe limpiar la ropa del bebé y pelar las verduras para la comida de los patrones. En Oaxaca hay una vieja tradición de enterrar el ombligo de un recién nacido en su pueblo natal, asegurando así que, cuando se vaya de casa, regresará tarde o temprano a sus raíces; el ombligo de Guie’dani está en Oaxaca pero puede que nunca regrese porque está sirviendo platos en La Florida.

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