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    Los testigos de Putin
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Los testigos de Putin

    La maquinación del poder

    por Tamara Cuevas

    Tres mujeres miran impacientes la televisión en plena celebración de la llegada del 2000, mientras escuchan cómo el presidente ruso, Boris Yeltsin, renuncia a su cargo y designa a Vladimir Vladimirovich Putin como presidente interino. Las caras de las tres mujeres son una mezcla de enfado, tristeza e incertidumbre: “pensaremos que vivíamos en una utopía”, dice la mayor de ellas, la madre de las otras dos, cuando asimila lo que acaba de pasar. Este cuadro desoladoramente enfadado es el de la familia de Vitaly Mansky, en ese entonces director de Russia 1 – el canal nacional más importante –  y ahora crítico acérrimo del régimen de Putin.

    Lo siguiente que vemos es una desgarradora – e irónica – secuencia paralela en la que escuchamos la voz en off de Putin, afirmando, entre líneas, que los intereses nacionales son mucho más importantes que el individuo. Al mismo tiempo la cámara desfila ante nuestros ojos las caras de decenas de rusos emocionados, extasiados por el nuevo milenio y por el cambio que se avecinaba. El problema fue que muy pocos (entre ellos el matrimonio Mansky y sus dos pequeñas hijas) sabían que lo que comenzaba era una cruel dictadura.

    Los testigos de Putin es el controversial documental dirigido por Mansky, un hombre que durante muchos años trabajó para el gobierno de Putin. Junto a él las 24 horas. Aconsejándolo cómo verse más amable ante la lente. Retándolo con amables palabras. Convirtiéndose en el principal testigo. Y también guardando silencio sobre la maquinación de poder que atestiguó. Hasta ahora.

    La pieza documental fue posible gracias a todo el material que Mansky guardó después de abandonar su puesto; horas y horas, del hombre que lleva cuatro periodos presidenciales, hablando frente a la cámara, en la comodidad de su oficina o en eventos políticos y sociales. Mansky, además, extiende su lente hacia el equipo de mercadotecnia, economía, prensa y más, que acompañaron y lograron poner a Putin al frente de Rusia, dibujándonos así un mapa de conexiones que se esparce como tentáculos.

    Si bien el documental no arroja nada nuevo que no conozcamos ya sobre Putin (homofobia, bombas de hexógeno, régimen dictatorial, entre otros) merece ser visto por ser un excelente perfil cinematográfico de un hombre que ha mantenido aterrorizado a su pueblo y que ha alzado un velo de miedo que mantiene alejadas a casi todas las naciones del mundo.

    No hay duda que Mansky se convirtió – desde el momento en que renunció a su cargo – en el mayor infiltrado dentro del Kremlin. Se volvió una especie de Günter Wallraff en ‘Cabeza de Turco’, pero en lugar de papel y pluma, Mansky utilizó una cámara. No obstante el peligro, el cineasta afronta con responsabilidad esta maldición y entrega Los testigos de Putin al mundo, luego de autoexiliarse en Latvia por miedo a las consecuencias que le pueda traer a él y a su familia el documental.

    ¿Quién es el verdadero villano? ¿Aquel que ve cómo se lleva a cabo la violación de un derecho y no hace nada por seguridad propia? ¿O aquel que viola en primera instancia el derecho no de una, sino de miles de personas? Aunque han pasado 18 años desde que Putin comenzó su presidencia, Mansky con coraje y valentía, hace un repaso del primer año del exmiembro de la KGB, mostrando la verdadera cara de alguien que no siente empatía por su esposa o por su maestra de primaria, quien – según la historia vendida a la prensa – fue pilar en el desarrollo del presidente.

    Los testigos de Putin es el documental que, sin duda, resonará en todos los mexicanos que el año pasado fueron a la casilla para votar demasiado hambrientos por un cambio, cegados por la esperanza de que los buenos tiempos regresaran, de que las explicaciones fueran, si no verdaderas, al menos bien elaboradas. Vale la pena verlo, no precisamente para aprender más sobre la tiranía de Putin, sino para que sirva como eje de comparación entre la manera en que maquina la política en Europa y en Latinoamérica que, a final de cuentas, no es tan distinta. 

     

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