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    Srbenka
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Srbenka

    Srbenka

    por Claudia Llaca

    Han pasado más de 20 años desde la guerra que dividió a Yugoslavia y es fecha que los de este lado del Atlántico, no terminamos de entender el conflicto que se desató a principios de los 90, entre serbios, croatas y musulmanes. Con causas que van de lo racial a lo religioso, lo único que nos queda claro, es que fue uno de los peores genocidios del siglo XX.

    Dirigido por Nebojsa Slijepcevic, Srbenka es un documental filmado al interior de un teatro en Zagreb, Croacia, en donde se llevan a cabo los ensayos de una obra de teatro titulada: Aleksandra Zec, con la que el director y escritor, Oliver Frljic, quería mostrar cómo las heridas que la guerra dejó, siguen siendo parte de la vida diaria en Croacia y Serbia, sobre todo en los niños.

    A lo largo de los 70 minutos de Srbenka vemos como poco a poco los actores y Frljic van construyendo la dramaturgia de la obra, que cuenta la historia de una niña serbia que fue asesinada, junto con toda su familia en 1991, justo antes de que iniciara la guerra. El asesinato de los Zec no fue un acto de limpieza racial sino uno de simple violencia por el que nadie ha pagado.

    El documental mezcla el drama, que va creciendo en el escenario conforme aumenta la intensidad de la actuación, con los testimonios personales de los actores en relación a sus vivencias de la guerra y sus consecuencias, así como ante el conflicto de ser serbio, musulmán o gitano en Croacia. Además de los actores profesionales, también participan en la obra cuatro niñas de 12 años -la misma edad que tenía Aleksandra al morir- quienes también comparten sus opiniones y sentimientos, quizá las más fuertes, porque efectivamente dejan ver que aún son muchas las diferencias y prejuicios que separan a la población.

    Srbenka tiene muchos momentos desgarradores -como cuando escuchamos los gritos de los actores interpretando a los Zec antes de ser asesinados- otros de gran belleza y muchos más para reflexionar. Su problema principal es que documenta la situación desde un enfoque muy local, dando por sentado que el espectador conoce a fondo (y entiende) toda la situación. Esto provoca momentos de confusión en la narrativa. La edición no ayuda. Por una parte, porque el director del documental - quizá un intento de innovación- prefiere mostrarnos, en algunos momentos, tomas fijas de utilería o partes del teatro, en vez del rostro de quien ofrece su testimonio, lo que impide una mayor conexión emocional con el espectador; algo que ayudaría a darle fuerza al mensaje. Por otra, en el afán de no revelar la puesta en escena, sólo vemos la obra en tomas subjetivas desde detrás del escenario. En conjunto, la ausencia de diversidad visual, termina por ser monótona y no ayuda a que Srbenka pase de ser una pieza de realidad relevante, pero que falla en el intento de convertir una problemática local en un asunto de reflexión universal.

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