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    Amor en las montañas
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Amor en las montañas

    Si el objetivo era comprobar que los actores podrían hacer de todo, se logró

    por Iván Romero

    “Wild Mountain Thyme” es el nombre de una clásica canción escocesa y también muy conocida como “Purple Heather” o “Will Ye Go, Lassie, Go?” Se trata de un canto tradicional muy significativo para los irlandeses. Es una canción de amor que fortalece los lazos de unión entre la población, pero ahora también es el nombre de una película romántica que llega a las pantallas del cine bajo el nombre en español de Amor en las montañas. La historia es la adaptación del montaje de Broadway Outside Mullingar de John Patrick Shanley (La duda); fue bien recibida por una parte de la crítica teatral, aunque lo curioso es que los medios irlandeses que la vieron en general la destruyeron y la recomendación boca a boca tuvo tal fuerza que el montaje duró sólo tres meses en cartelera. El tono de comedia en medio de un romance rural entre los protagonistas está lleno de simbolismos de una región, con situaciones exageradas que terminó por destruir este relato, pero nadie imaginaría que el mismo Shanley estaría tan enamorado de su texto que lo llevaría al cine.

    La premisa es relativamente corta. Se ambienta en Irlanda y sigue a Anthony (Jamie Dornan), un joven que trabaja en el campo y enfrascado en una relación conflictiva con su padre (Christopher Walken), quien ha amenazado con no dejarle la finca como herencia, sino a su primo Adam (Jon Hamm) que vive en Nueva York. La situación provoca en Anthony un desasosiego e incertidumbre, pero ahí entra Rosemary (Emily Blunt), una amiga de la infancia cuya familia. Desde pequeña ha estado enamorada de Anthony, pero ahora ya convertida en una mujer influye en la relación del joven con su padre y en la decisión final respecto a quién se quedará con las tierras.

    Amor en las montañas desde su tráiler parece salida de una adaptación de cualquier novela de Nicholas Sparks (Diario de una pasión), lo cual no es necesariamente malo. Por otro lado, La duda, filme de John Patrick Shanley, es una de las mejores adaptaciones teatrales a la pantalla grande en los últimos 20 años. A esto sumémosle el carisma de Jamie Dornan y la belleza y talento de Emily Blunt, ¿qué podría salir mal? La verdad es que todo. En efecto, el texto de Shanley es de una rareza que no es que pase por incomprendida en algún momento, sino que realmente no cuaja en ningún momento.

    El romance entre Anthony y Rosemary está muerto desde el guion, porque, aunque tanto Dornan como Blunt dicen sus líneas con la mayor soltura y aplomo, esto no sirve de nada, ya que no hay magia ni lenguaje cinematográfico, empezando por el acento de ambos que está marcado evidentemente por el director de una forma exagerada, lo cual ha provocado muchas burlas en Irlanda, pero esto es lo de menos. La dinámica entre sus personajes es inentendible, teatral obviamente, pero sin ningún matiz o profundidad que provoque alguna emoción en el espectador, sino todo lo contrario, un hastío sorprendente, porque nunca sabes realmente qué está pasando entre ellos. Parece que en el fondo está sucediendo el mayor de los romances, sin embargo, los diálogos y el montaje de Shanley más que torpe, porque sí hay hermosos paisajes y una factura envidiable, es caprichoso debido a que el cineasta no es ningún novato y sabía lo que estaba haciendo desde un principio, incluyendo el montado en Broadway.

    Por ese lado se podría entender que es un filme muy personal, una comedia romántica que de comedia tiene muy poco y de romance sólo tiene un esqueleto, una estructura con muchas ideas quizá acerca de la localidad, del sentido de pertenencia, pero hay un afán en el texto porque los personajes hagan y digan excentricidades que más que introducirte te sacan no sólo de la historia, sino de la sala de cine donde pudieras estarla viendo. El último acto y su clímax en particular es de risa loca. El que lo vea sabrá de que estoy hablando, ya que incluye abejas y revelaciones que, si el objetivo era comprobar que sus actores podrían hacer de todo, el cineasta lo logró. Hay un par de secuencias musicales con Blunt y Dornan que lucen bonitas y que se disfrutan, pero nada más.

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