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    K-12
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    K-12

    ¿Un vehículo de lucimiento o algo más?

    por Iván Romero

    K-12 es el nombre del segundo álbum de la cantante y compositora estadounidense Melanie Martínez y que también pone título a su primer filme. Este sirve como hilo conductor para que los 13 temas que componen su disco narren una historia que la misma cantautora dirige, escribe y protagoniza. La película se desarrolla en un mundo salido de la mente de los hermanos Grimm. Es un cuento de hadas muy al estilo de Alicia en el país de las maravillas, con el decorado de la filmografía de Wes Anderson, pero con el toque surrealista y postapocalíptico de Donnie Darko. Todo un combo que demuestra que la artista, además de su pasión por la música, tiene una sensibilidad cinematográfica que aquí explota completamente a su capricho.

    Melanie Adele Martínez, de 24 años, se dio a conocer en el famoso reality show de La voz de Estados Unidos. Participó en la tercera temporada y quedó dentro de los primeros seis lugares del concurso. Esto no lo impidió hacerse de un nombre que cada vez se está posicionando dentro del gusto del público. Melanie no se define como una artista pop, aunque en el cascaron se notan las influencias de muchas personalidades de la industria, pero su personalidad dista un poco de lo que estamos acostumbrados a ver en el género y le saca un poco de esa caja en la que etiquetamos a todo nuevo ícono musical.

    El álbum K-12 fue programado para salir el 6 de septiembre a nivel mundial y simultáneamente el filme que lo acompaña fue estrenado tanto en YouTube y exhibido en exclusivas funciones en salas de cine, agotando las entradas gracias a una preventa que se realizó en los complejos cinematográficos. Los asistentes presenciaron una fábula musical llena de fantasía con tintes de horror, en la que se cuenta la historia de Cry Baby (Melanie), una chica que asiste a un distorsionado colegio llamado K-12, de la mano de su mejor amiga. Ambas combaten los estereotipos e injusticias que se presentan en las aulas de la escuela, pero las dos mantienen un secreto que a más de uno los pondrá a temblar.

    No es la primera vez que la cantante usa su apodo de Cry Baby; en su primer álbum conceptual presentó al personaje y es ahora que toma mayor forma. Definitivamente los que no son fans de la cantante conectarán con su música, ya que cada canción entra coherentemente en la narrativa que Martínez plantea. Los mensajes son clave dentro de las letras de los temas y pudieran caer en el cliché del panfleto, pero toca premisas importantes para las jóvenes generaciones, como la menstruación, la bulimia, el aceptarse a uno mismo y el bullying en las escuelas. “Nunca voy a ser una Barbie”, dice una de las letras de las canciones haciendo énfasis varias veces en las imperfecciones del cuerpo humano y cómo es rechazado sino está en el estándar permitido de la sociedad.

    K-12 resulta un ejercicio audiovisual interesante que a la superficie se ve como un vehículo de lucimiento para la cantante sólo para el mercadeo de su álbum. Si bien no pretende nada más, de pronto vale la pena echarle un ojo.

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