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    El paraíso de la serpiente
    Críticas
    2,0
    Pasable
    El paraíso de la serpiente

    Encontrando los límites de la fe

    por Uriel Linares

    Una de las grandes cualidades del séptimo arte es la capacidad de cuestionar mediante bellos discursos visuales distintas posturas y creencias del ser humano, muestra de ello es el nuevo largometraje del cineasta mexicano, Bernardo Arellano: El paraíso de la serpiente, historia que pone al espectador ante una dura reflexión sobre la fe religiosa y cómo es puesta a prueba frente a la llegada de un místico profeta. La película forma parte de la Selección Oficial del 17º Festival Internacional de Cine de Morelia.

    Después de un aparatoso accidente en carretera, un solitario hombre (Ángel Garnica) es encontrado apenas con vida en una zona completamente árida; allí es rescatado y puesto a salvo en un pequeño poblado. Su joven cuidador, Sky (Sky Zen Sangermani), intenta encontrar respuestas sobre su identidad y propósitos verdaderos. Una vez que el misterioso hombre recupera sus fuerzas comienza a realizar milagros con sus dotes de sanador, es allí cuando los creyentes católicos miran de mala forma estos hechos y comienzan un acalorado debate teniendo la fe como tema central.

    Desolados paisajes naturales y enigmáticos personajes son el principal hilo conductor en la historia escrita y dirigida por Bernardo Arellano, quien deja en claro que su historia permanece flotante en un momento y lugar desconocido. Lo único que realmente importa es ver en primera fila la caótica convivencia entre la religión y un nuevo profeta que, a diferencia de las plegarias, él es capaz de crear un cambio inmediato y tangible sobre los humildes pobladores.

    Y sólo bastaron unos cuantos minutos para notar que Ángel Garnica es capaz de proyectar una oscura e intrigante energía a través de su personaje, quien sería llamado profeta por sus milagrosas acciones. Con un rostro inexpresivo y mirada penetrante es como Garnica crea rápidas incógnitas y obliga al espectador a mantenerse atento en la historia para conocer su pasado y misterioso futuro, sin duda alguna crea una conexión única.

    A pesar de este halo de misterio que tanto se preocupó Arellano en crear, el resto de las actuaciones carecen de fuerza y sentido, inclusive en muchas ocasiones puede percibirse cómo los actores únicamente recitan sus líneas de la misma manera que un mal estudiante sólo memoriza datos interminables para compartirlos frente al salón de clases. Esto contrarresta drásticamente el trabajo de Garnica y por supuesto, la oscura atmósfera que ya había logrado su director.

    Por otra parte, es verdad que actualmente es complicado adoptar una completa estética visual en blanco y negro, por ello debo mencionar que el trabajo de Damián Aguilar, director de fotografía, es sobresaliente al rescatar suaves contrastes que los mismos paisajes naturales arrojan al ojo humano y mostrar largos y fluidos horizontes, demostrando que un desierto puede ser tan mágico como cualquier otro paisaje de ensueño. Esto por sí solo vale la pena ver con detenimiento y dejarse llevar por áridos momentos.

    El paraíso de la serpiente es una propuesta que se atreve a poner en tela de juicio la fe católica, esto es un interesante planteamiento ya que en México y toda Latinoamérica las creencias religiosas tienen profundas raíces en la cultura y cualquier tipo de cuestionamiento podría despertar una violenta respuesta.

    Sin embargo, esto quedó únicamente en la idea principal y la película es incapaz de despertar verdaderas emociones que pudieran abrir un valiente debate al salir de las salas de cine. Además las deficientes actuaciones que completan el reparto debilitan el trabajo de Ángel Garnica, la suavidad visual de Damián Aguilar y la misteriosa atmósfera su mente maestra, Bernardo Arellano. El paraíso no es para todos.

    El paraiso de la serpiente se estrena en México en el FICM (Festival Internacional de Cine de Morelia).

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