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    Observar las aves
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Observar las aves

    El temor a olvidar

    por Iván Romero

    Godard decía que el cine era el más hermoso fraude que había en el mundo, dado que vende a gran escala una innumerable cantidad de irrealidades, de colores, sabores y para todos los gustos. Andrea Martínez Crowther, cineasta México-canadiense, sin duda debe estar de acuerdo con esto, ya que su segunda cinta de ficción es un híbrido que juega justamente con estos dos factores: la realidad y la ficción.

    La película en cuestión se llama Observar las aves y es un drama presentado como un falso documental que habla sobre Lena Daerna (Bea Aaronson), una académica cuyo diagnóstico de Alzheimer la impulsa a grabarse con el objetivo de dejar una especie de testamento sobre el deterioro que sufrirá debido a la enfermedad. De pronto tendrá que recurrir a una cineasta para que la ayude con el proyecto y sin saberlo se acompañan en un viaje de despedida y autoconocimiento.

    El primer drama de ficción de Martínez Crowther se llamó Cosas insignificantes, protagonizado por Bárbara Mori y como productor ejecutivo tuvo ni más ni menos que a Guillermo del Toro. Después de este filme, la cineasta abordó el género documental de lleno y proyectos más enfocados para televisión como la serie documental Mi lugar. Es ella misma quien ha confesado que le encanta jugar con la línea entre el documental y la ficción. Observar las aves es el mayor ejemplo de ello.

    Cuando entran los momentos de ficción, en particular con las reacciones de los personajes que rodean a Lena, algo sucede que lo que había logrado la película para introducirte hasta ese momento, te saca de un empujón y entonces entiendes que lo que estás viendo es una ficción jugando a ser documental, pero no está abordado de una manera hábil e ingeniosa, sino que podría enfadar el espectador por la confusión.

    Siendo permisivo, se perdona levemente esto y vuelves a creer en Lena, quien, por cierto, está interpretado con mucha valentía por Béa Aaronson, famosa artista, literata y filósofa que evidentemente creyó en el proyecto y cuyas ganas se notan en todo momento.

    El segundo descalabro de la película se le atribuye a la duración, la cual roza excesivamente los 130 minutos cuando la premisa del filme no da para tanto y de haber sido más corta quizá el efecto hubiera sido más grato.

    Películas como Iris, Lejos de ella o Siempre Alice han explorado el tan desafortunado y amargo trago que un enfermo con Alzheimer sufre y en su caso entregan un relato mucho más conciso que Observar las aves. Pero no malinterpretemos, la película tiene la mejor de las intenciones y su manufactura es buena sin duda, pero hay un estira y afloja con el espectador en momentos claves, y queda la sensación que su guionista y directora hubiera abordado el filme desde una trinchera menos ambiciosa, creerías en su totalidad en el viaje de esta mujer apasionada y luchadora.

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