En su nacimiento fue llamado como Octavio Mendoza, pero en su etapa adulta ese nombre empezó a alejarse de él. Como músico, radicado en la Ciudad de México, a Octavio le cambió la vida cuando, en una fiesta en Texcoco, un chamán lo analizó detenidamente, centrando su atención en sus manos y le afirmó que él era una de sus brujas, una que había estado esperando casi toda su vida. Octavio estaba seguro de que era mágico, que su música era mágica y sus manos eran un medio para compartirla. Luego de su encuentro, comenzó una transformación que le cambiaría la vida. En el cortometraje documental La Bruja de Texcoco, los cineastas Alejandro Paredes Zatarain y Cecilia Villaverde exploran la figura de Octavio, uno de los iconos de la comunidad LGBTQ, quien trata de mantener las tradiciones de México gracias a sus instrumentos musicales y para quien una barba no rivaliza con los vestidos, la diamantina y las pestañas postizas. La bruja de Texcoco fue nominada en el Ariel 2020.
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