En abril de 1999, en un área de Brixton, Reino Unido, donde la mayor parte de la población es de color, una bomba, fabricada con pólvora de fuegos artificiales, oculta en una maleta deportiva, fue abandonada en un mercado público. Algunos trabajadores empezaron a sospechar de la maleta decidieron moverla de lugar y llamaron a la policía, quien llegó poco después de la detonación que causó lesiones graves a cuarenta y ocho personas, derivadas, principalmente, de los clavos que fueron colocados alrededor de la bomba. Tan solo dos semanas después, en una comunidad poblada por inmigrantes de Bangladesh, una nueva bomba detonó, bajo las mismas características de la primera. La situación escaló cuando una semana después, otra bomba estalló en un bar en el corazón de una comunidad gay. Los atentados apuntaban al surgimiento de una violencia avivada por un partido político de derecha y que requirió la ayuda de un infiltrado a un grupo racista para encontrar al responsable. En el documental Nail Bomber: Manhunt, dirigido por David Vernon (Miraculous Tales), se muestra la investigación y la cacería del responsable de varios de los atentados más despiadados en Londres.