En 1997, el mundo del skate profesional centró su atención en un joven de 18 años, que debutaba como profesional, ejecutando algunas de las acrobacias más espectaculares que se habían visto: Ali Boulala. Nacido en Estocolmo, de padre argelino y madre finlandesa, Boulala se centro en el skate como forma de pertenecer y de enfrentar sus problemas durante la adolescencia, pero su disciplina y su persistencia lo hicieron destacar por encima de amigos y compañeros que tenían las mismas aficiones. Para los 16 años ya estaba en su camino a la cima del mundo, patrocinado por Flip Skateboards, y dando giras en Estados Unidos, ganándose a la juventud de ese país por su carisma y su estilo punk. Pero para 2007, su vida cambio por completo luego de que un compañero y amigo suyo, Shane Cross, muriera en un accidente de motocicleta mientras Boulala conducía en estado de ebriedad. Después de años de rehabilitación y un tiempo en prisión, Ali empezó a abusar de las drogas y se perdió en la oscuridad de su adicción, una que, contra todo pronóstico, pudo vencer. The Scars of Ali Boulala es un documental de Max Eriksson, que sigue la carrera, las caídas y la recuperación de Ali, enfrentando las cicatrices físicas y emocionales que carga.