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En 1983, el expresidente de Francia François Mitterrand lanzó un ambicioso concurso internacional de arquitectura para diseñar un proyecto que representara su legado presidencial: el Gran Arco de la Defensa, mismo que estuviera alineado con el Louvre y el Arco del Triunfo. Para sorpresa de muchos, el afortunado ganador fue Otto von Spreckelsen, un desconocido profesor de arquitectura danés de 53 años. Sin ningún tipo de experiencia previa en grandes proyectos, este ordinario profesor abandonó Copenhague y rápidamente se trasladó a París para asumir la dirección de una construcción faraónica que marcaría un hito en la ciudad. Sin embargo, a medida que intentaba materializar su visión del Gran Arco de la Defensa, Otto se enfrentó a una variedad de dificultades técnicos y tensiones políticas que entorpecieron el proceso durante un largo tiempo. No obstante, su determinación y valentía lo motivaron a seguir adelante a pesar de las dificultades, hasta convertirse en un testimonio de perseverancia y dedicación.
