Pecadores
Críticas
4,0
Muy buena
Pecadores

‘Pecadores’: Ryan Coogler te arrastra de nuevo al cine a costa de vampiros y blues

por Angie Quiroz

En una época donde parece que solo las franquicias de superhéroes y las secuelas interminables logran llenar salas, aparece Sinners (o Pecadores, como se ha titulado en Latinoamérica) para recordarnos por qué aún vale la pena seguir yendo al cine. Ryan Coogler regresa al ruedo cinematográfico con una propuesta que, sobre el papel, suena a locura total: vampiros, blues, crítica social y acción. Y, sin embargo, funciona maravillosamente.

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Lo primero que hay que decir es que la película es una mezcla inusual, como esos batidos extraños que prepara tu amigo fitness y que, contra todo pronóstico, terminan sabiendo bien. Coogler ha metido en la licuadora varios géneros que, en apariencia, no tienen nada que ver entre sí: terror vampírico, drama social, película musical y cine de acción. El resultado es una bebida con un sabor único que está conquistando a todo el mundo.

En medio de la crisis que atraviesan las salas de cine, Pecadores representa todo lo que debería ser una experiencia cinematográfica en pantalla grande. Es entretenida sin caer en lo superficial, tiene mensaje político sin convertirse en un sermón de dos horas, incorpora elementos musicales sin pretender ser el próximo éxito de Broadway, y ofrece secuencias de acción que no se convierten en un festival de explosiones sin sentido. Ah, y tiene a Michael B. Jordan.

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La trama nos lleva al sur de Estados Unidos durante la época de la Gran Depresión, donde los vampiros no son solo mitos, sino una realidad que coexiste con los humanos. Conocemos a Sam, un joven hijo del pastor de la iglesia en una plantación, y a sus primos gemelos Smoke y Stack, dos exsoldados que regresan al pueblo tras una temporada en Chicago con la intención de abrir su propia cantina.

Coogler utiliza el elemento vampírico como metáfora del racismo y la explotación. Sin embargo, está tan hábilmente integrado en la narrativa que nunca se siente forzado ni didáctico. La música también es fundamental. El blues, con su historia de resistencia y expresión del dolor, atraviesa la película de principio a fin. Las escenas musicales no interrumpen la narrativa; al contrario, la impulsan con fuerza.

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Pecadores es una película que merece ser vista en una sala de cine. Coogler construye un mundo donde la bondad y la maldad se mueven en partes iguales, y cada nota musical resuena con propósito. Así, en tiempos donde muchas películas parecen diseñadas para verse a medias mientras revisamos el celular, esta cinta exige (y recompensa) tu atención por completo.

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