La cinta fue una de las producciones más costosas de la industria cinematográfica francesa, costando poco más de cinco millones de francos. No fue bien recibida por la crítica y un desastre en taquilla, primordialmente por la cercanía del estallido de la guerra, poco tiempo después. La cinta también fue prohibida en Francia, porque el gobierno consideraba que era una mala influencia para los jóvenes.
La carrera de Renoir en Francia estaba en su apogeo y la cinta se esperaba ansiosamente. Al dirigir la película, Renoir y el director de fotografía Jean Bachelet utilizaron cinematografía de enfoque profundo y tomas largas durante las cuales la cámara se mueve constantemente, ambas técnicas cinematográficas sofisticadas en 1939.
Cuando la cinta empezó a fracasar en taquilla, Renoir redujo la duración de la cinta, de 113 minutos a 85. Durante muchos años, la versión de 85 minutos fue la única disponible, pero, a pesar de esto, su reputación creció lentamente. En 1956, se descubrieron cajas con el material original y se estrenó una versión reconstruida de la película en el Festival de Cine de Venecia. Desde entonces, la cinta ha sido considerada una de las mejores películas de la historia del cine. Numerosos críticos de cine y directores lo han elogiado y aseguran que fue una inspiración para su propio trabajo.
La cinta estuvo ligeramente inspirada en la obra de teatro Les Caprices de Marianne, del dramaturgo francés Alfred de Musset, publicada en 1833. Sin embargo, cuando Renoir descubrió que había elegido erróneamente al elenco, se vio forzado a reescribir gran parte del guion y poco del texto original permaneció en el producto final.
Incluida en el listado de las 1001 películas que ver antes de morir, editado por Robert Schneider.