Belén y Zoé poseen un vínculo de madre e hija respectivamente que hoy en día se encuentra quebrantado y pareciera ser imposible de enmendarse. A raíz de un suceso familiar por el que atravesaron, las dos se convirtieron en el agua y el aceite, así como prácticamente enemigas. Las dos no paran de enfrentarse y de hacer sucumbir a la otra, pues cada una cree que tiene la razón y sólo su verdad es la que puede permanecer, pero deberán tener cuidado ya que al estar jugando con fuego y completamente inmersas en sus luchas, su gran secreto del pasado podría emerger y dejarlas más vulnerables que nunca.