Cincuenta años después, Frieren regresa a la capital, solo para descubrir que el mundo y sus compañeros han envejecido considerablemente. Tras la muerte de Himmel durante una última aventura para presenciar la lluvia de meteoritos, Frieren siente culpa por no haber conocido más a su amigo. A medida que visita a sus antiguos camaradas, acepta cuidar de Fern, una niña huérfana adoptada por Heiter, y se embarca en un viaje hacia el norte, al lugar de descanso de las almas, para despedirse de Himmel y expresar sus sentimientos.